El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, reclamó una consolidación fiscal en España y en el resto de países de la eurozona durante su intervención en el VII Foro de Banca, organizado por elEconomista.es con el apoyo de Accenture. No es la primera vez que los responsables del BCE piden a los Estados miembro una mayor reducción de sus desequilibrios públicos. Pero la reclamación resulta ahora de lo más oportuna.
Primero porque. como bien dice De Guindos, "la relación deuda/PIB ha aumentado en varios países, superando el 100% en algunos casos", justo en el año de regreso de las reglas de estabilidad a la eurozona. Pero es que además, a partir de enero de 2025 el eurobanco dejará de comprar deuda pública y de reinvetir. Esto supondrá una retirada mensual de 40.000 millones, lo que reducirá la liquidez en el mercado. Una disminución que podría ocasionar un problema en la concesión de crédito tanto a familias como a empresas, lo que frenaría la actividad económica.
Pero es que además, el hecho de que los países dejen de contar con la respiración asistida que ahora ofrece el BCE pondrá los desequilibrios públicos en el foco de los mercados, lo que puede disparar las primas de riesgo. Ante este riesgo latente de la deuda, lo aconsejable es optar por la austeridad y por un plan para bajar el pasivo a medio plazo por debajo del 100% del PIB, nivel que los mercados consideran sostenibles. Por desgracia, la respuesta del Gobierno español y de la mayoría de los países de la UE a este contexto es erróneo al carecer de una hoja de ruta al respecto. Es más, el alza del techo de gasto aprobada recientemente por el Consejo de Ministros evidencia el nulo interés del Ejecutivo de Pedro Sánchez por aprovechar el crecimiento económico y el récord de recaudación para impulsar una mayor reducción del déficit.
