Opinión

Agricultura Regenerativa para un futuro más sostenible

  • Artículo de Protasio Rodríguez*
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El Día Mundial de la Agricultura, que se conmemora cada 9 de septiembre, nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del sector agroalimentario y la necesidad de transformarlo. Reconocer la gran contribución que hace la Agricultura y los que forman parte de ella a la sociedad es importante, pero también lo es afrontar los desafíos que tiene por delante.

Dos de estos desafíos mundiales más reconocidos actualmente son la seguridad alimentaria y el cambio climático. En 2050 se prevé que el cambio climático reduzca el rendimiento de las cosechas en un 17% y que la tierra cultivable disminuya en un 20%. Además, tendremos que alimentar a 2.200 millones de personas más que hoy. Esto quiere decir que necesitamos aumentar la producción de alimentos y piensos en un 50% para poder satisfacer esa mayor demanda. Ante estos datos el panorama que se nos presenta es muy claro en cuestión de cultivos: tenemos que hacer las cosas de otra manera. Tenemos que transformar la agricultura para hacer frente con éxito a estos retos.

Bajo esta premisa, desde Bayer trabajamos para desarrollar e impulsar un modelo de agricultura regenerativa, centrada en los agricultores y basada en resultados, en la que los beneficios de los productores están alineados con los beneficios del ecosistema y la salud del suelo, lo que en la práctica significa producir mejores cosechas con una menor huella climática y medioambiental. Por tanto, la agricultura regenerativa es importante porque es escalable y porque se basa en dos factores en los que ya está centrado todo el mundo agrícola: la productividad y el impacto. Y sobre ambos se puede actuar para lograr mayores rendimientos que conducen a más alimentos producidos en menos superficie, suelos agrícolas mejorados, restauración de la biodiversidad, conservación del agua y que nuestros agricultores tengan una mayor capacidad de adaptación para producir ante los efectos del calentamiento global. Todo ello sin olvidar que sin rentabilidad no hay sostenibilidad.

La transición hacia estas prácticas regenerativas requiere de herramientas innovadoras y de un incremento en el uso de la tecnología en el campo, y así se refleja en el "Estudio sobre la innovación en la agricultura y el futuro de la alimentación" presentado recientemente por la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), que indica que siete de cada diez españoles creen que los agricultores no tienen las suficientes herramientas y recursos para producir de manera eficiente y sostenible, y el 90% está a favor de que éstos se incrementen. Además, el 88% de los encuestados creen que se debería dar un mayor impulso desde la Administración para potenciar dicha innovación.

Precisamente, uno de los pilares de la Estrategia Nacional de Alimentación que va a marcar el futuro del sector es el de innovación y tecnología, cuyos objetivos de desarrollar nuevas formas de producir alimentos, adoptar tecnologías avanzadas en el sistema alimentario e impulsar la transformación digital van muy alienados con las innovaciones en semillas, protección de cultivos y digitalización que llevamos a cabo en Bayer.

En este sentido, conviene recordar que la innovación en agricultura incluye de manera destacada el uso de nuevas técnicas como la edición genética que, al permitir la selección más rápida y precisa de las características deseadas en la planta, tiene un enorme potencial para resolver los retos cada vez mayores y complejos a los que se enfrenta el campo. Los rápidos avances en esta área durante la última década están desafiando el marco legislativo actual, e impulsando tanto a los responsables políticos como a la sociedad a reconsiderar el papel que desempeñan y los beneficios que ofrecen.

La ciencia, y concretamente la herramienta de edición genética CRISPR, abre grandes oportunidades para hacer que la agricultura y toda la cadena alimentaria sean más sostenibles mediante el desarrollo de variedades de plantas que puedan adaptarse mejor al cambio climático y disminuir la dependencia de recursos finitos, como el suelo y el agua, limitar el uso de insumos agrícolas, así como reducir el desperdicio de alimentos al aumentar su vida útil.

La futura competitividad de España y de la Unión Europea dependerá del avance hacia un entorno normativo que favorezca el acceso rápido a la innovación agrícola, incluida la química, la biología y la ciencia de datos. Y en este camino, la colaboración entre todos los actores de la cadena alimentaria será clave para lograr esta transformación que beneficie a agricultores, consumidores y al planeta.

*Protasio Rodríguez es DG Bayer Crop Science en España y Portugal

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