
A nadie le cabe ninguna duda que el cambio climático es el gran desafío al que nos enfrentamos. Un problema global que necesita de soluciones a todos los niveles y desde todos los ámbitos: desde políticas mundiales a políticas locales, con acciones que impliquen no solo a las administraciones, sino también a los ciudadanos. Porque se trata de una lucha sin precedentes y que necesita de una gestión unitaria para poder ser mitigada. Y, claro, no hablamos solo de un problema de futuro, sino de presente.
Para atajarlo, hablar de reformas con eficiencia energética es una obligación. Mucho más teniendo en cuenta que 8 de cada 10 hogares españoles presentan ineficiencias energéticas y, a escala catalana, en casi la mitad de las 90.000 revisiones de Inspecciones Técnicas de edificios se han encontrado incidencias importantes, graves o muy graves. Para poder hacer frente a ello, no hay que obviar tampoco la oportunidad que brindan los Fondos Next Generation de la Unión Europea, que prevén una reducción de hasta 650.000 toneladas de CO2 al año, con un 30% menos de consumo de energía no renovable en los hogares.
¿Por qué una reforma? Pongamos un ejemplo muy claro: si el mercado de ropa de segunda mano es más sostenible que el de nueva creación, ya que aprovechamos los recursos que tenemos y podemos hacer un uso más ético de algo tan común como la ropa de nuestro armario, las reformas de edificios también son más limpias con nuestro planeta. En este sentido, podemos reintroducir en el mercado un inmueble -además, aumentado su valor- que, si no hubiera sido reformado, quedaría inhabitable y tendría que reemplazarse con construcción nueva, responsable de cerca del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Combatir el cambio no es solo una necesidad, sino también puede ser una oportunidad. La reducción de emisiones de gases invernadero, por ejemplo, a través del uso de energías sostenibles puede implicar también una reducción importante en el coste de las facturas. Lo mismo sucede en el caso que nos atañe: el de las rehabilitaciones y las reformas de edificios, que emergen como una estrategia clave para avanzar hacia un uso más racional, sostenible y económico de la energía.
Pero, ¿cómo se puede hacer posible? Una de ellas puede ser la de la mejora del aislamiento térmico, lo que permite reducir la necesidad de calefacción y refrigeración, ya que un buen aislamiento reducirá las pérdidas de calor en invierno y mantendrá una temperatura agradable en verano. Este aislamiento lo podremos conseguir añadiendo paneles o espuma aislante en paredes o techos; cambiando las ventanas antiguas por modelos más eficientes con doble acristalamiento y marcos de PVC o aluminio, o reemplazando las puertas por modelos mejor sellados.
Otro punto que nos puede ayudar a tener una casa más sostenible es la iluminación y el uso de energías renovables. Y esto pasa por tener luces LED en casa, que son mucho más eficientes y duraderas y también permiten reducir los costes de iluminación a largo plazo. Completando este pequeño cambio con la instalación de paneles solares, ya sea en una casa particular o en una comunidad de vecinos, se puede decir adiós a la dependencia de la red eléctrica y, además, aprovechar un recurso como el sol. Las características meteorológicas de nuestro país hacen de esto una solución ideal y más barata.
Recordemos: todo ello tiene dos objetivos fundamentales. Por un lado, estar comprometidos con el medio ambiente para tener un planeta sano tanto para nosotros como para las próximas generaciones. Pero por el otro, ahorrar en las facturas sin renunciar a la comodidad ni a tener un hogar a nuestro gusto. Hay que tener en cuenta que con una buena reforma de eficiencia energética los ahorros van del 25% al 50%, llegando a un 70% en los mejores de los casos. Y es que una vivienda de clase A es unas 10 veces más eficiente que una de clase G.
Además, para los propietarios que quieran vender es también una oportunidad: la revalorización a través de una reforma tiene efecto inmediato y puede ser de más del 20% del precio original. Eso supone un importante beneficio tanto si se desea vender como si se desea poner en el mercado de alquiler, teniendo en cuenta también que se pueden obtener facilidades para su inversión.
Y aunque en España no hay una cultura de la rehabilitación y todavía queda un largo camino por avanzar, no podemos quedarnos dormidos. El gobierno español calcula que hay 1,2 millones de hogares que deben rehabilitarse antes de 2030. En 2050, esta cifra llegaría hasta los 8,5 millones. Por eso es necesario que todos nos impliquemos para el presente y el futuro que se merece el planeta. No hay marcha atrás.