
El Gobierno confirma el nombramiento de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España (BdE). Sus más de dos décadas de experiencia en el mundo bancario, tanto en el ámbito público como en el privado, le otorgan la capacidades técnicas y el profundo conocimiento del mundo financiero necesarios para liderar el organismo.
De hecho, en el pasado ocupó diversos puestos en el servicio de estudio de la institución que ahora presidirá para posteriormente ser jefe de División de Política Monetaria del BCE y presidente de la AIReF. Cargo este último que abandonó para liderar durante cuatro años dos carteras en los gobiernos de Sánchez.
Es precisamente su pasado reciente como ministro lo que ha provocado que su elección se haya producido sin acuerdo con el PP, lo que es criticable. Esta falta de consenso genera dudas acerca de hasta qué punto Escrivá mantendrá la independencia que exige su puesto al frente de una institución que analiza la política económica y financiera del mismo Gobierno del que formaba parte. La prueba de fuego estará en los informes en materia presupuestaria y de pensiones que el BdE realice en el futuro y en los que hasta ahora ha hecho gala de su independencia.
Pese a las comprensibles dudas, el propio funcionamiento interno del BdEdificulta su uso por parte del Gobierno. Para empezar, los expertos de la entidad son un cuerpo muy consciente de su independencia. Además, el margen del BdE para intervenir en materias de supervisión financiera es prácticamente nulo. En última instancia, el propio Escrivá es el primer interesado en mantener la objetividad de los informes y la independencia que la entidad se ha ganado durante la etapa de Hernández de Cos si quiere conservar su prestigio.