
Las dos últimas semanas han sido muy negativas para la renta variable a ambos lados del Atlántico. A ello contribuyeron en primer lugar unos resultados peores de los esperados de las firmas que integran el grupo de las Siete Magníficas. Las grandes tecnológicas han marcado la hoja de la ruta de las bolsas en los últimos años, por lo que su retroceso en Wall Street se contagió al Viejo Continente.
Por si fuera poco, la mayor expectativa respecto a las bajadas de tipos de interés a ambos lados del Atlántico ha llevado a los inversores a refugiarse en la renta fija. Tanto es así que por primera vez en el año la deuda europea y americana ofrece rentabilidad por precio, al tiempo que cae el tipo de interés final de las letras y los bonos. De hecho ya hay 26 dividendos en bolsa española que ofrecen más retorno que el propio de la deuda a corto plazo. El mal desempeño de las tecnológicas y el interés por el renta fija son, por tanto, los motivos que han provocado la caída de las bolsas, hasta el punto de que el Eurostoxx, el índice de referencia en Europa, está ya a menos de un 2% de la zona de compras. No obstante, este descenso no debe dar pie a ventas masivas, sino a esperar a que el selectivo europeo encuentre los 4.600 puntos para volver a atacar la renta variable. Más aún si se tiene en cuenta que el peor escenario dibujado por los analistas, llevaría a los índices a borrar las ganancias del año, lo que implicaría una caída del 3% desde los niveles actuales. La renta variable se presenta, por tanto, como una oportunidad a tener en cuenta pese a la corrección. Con todo, una escalada del conflicto en Oriente Medio tiraría por tierra el rebote que los expertos ya anticipan para la bolsa.