
El precio de la energía se incrementó de manera ostensible tras la pandemia y a raíz de la invasión de Ucrania por Rusia. De hecho, el 8 de marzo de 2022 pasará a la historia como el día con la luz más cara al alcanzar el megavatio hora (MW) un precio de 545 euros en el mercado mayorista.
La tendencia al alza de los costes energéticos fue el argumento que utilizó el Ejecutivo para implantar a finales de 2022 el impuesto temporal a las empresas energéticas. Con el también conocido como impuestazo, el Gobierno gravó los supuestos beneficios caídos del cielo que las empresas recibían por los altos precios de la energía y que, desde luego, ya no existen en la actualidad.
Así lo indican los resultados semestrales de las energéticas, que muestran una importante caída de ingresos. Naturgy, Endesa e Iberdrola tuvieron unas ventas de 14,762 millones frente a los casi 17.000 millones obtenidos en el mismo periodo de 2023, debido al notable descenso experimentado en el precio del megavatio. De hecho, el coste medio de la electricidad a lo largo de 2024 está en torno a los 50 euros. Este dato evidencia que la situación de emergencia provocada por la guerra en Ucrania con la energía hace tiempo que es cosa del pasado.
En este contexto, los líderes de las grandes energéticas se muestran optimistas y estiman que el impuestazo tiene los días contados. Ello pese a que el Ejecutivo ha recordado en las últimas semanas que su intención es prorrogarlo. Extender la tasa en el tiempo sería injusto con unas empresas que no reciben ningún aporte extra por los altos precios de la energía. Además, este tributo amenaza con frenar la capacidad de las compañías para invertir y seguir impulsando la transición energética en España.