
Procrastinar es una de esas palabras "de moda" que en poco tiempo se ha vuelto habitual en nuestro lenguaje, pues condensa, en un solo término, el concepto del digno arte de dejar para mañana lo que debes hacer hoy, algo muy latino, muy nuestro, que nos produce un gran placer instantáneo, pero nos genera, muy habitualmente, un significativo impacto negativo a medio y largo plazo.
Procrastinar no es solo una cosa de personas, también lo practican las empresas y es, desgraciadamente, muy habitual cuando hablamos de la innovación y su importancia en las estrategias empresariales.
Siempre digo que la empresa que no innova no existe, o dejará de hacerlo pronto. En CTA, llevamos casi 20 años viendo como la apuesta por la innovación genera impactos positivos (aumento de productividad, aumento de facturación, capacitación tecnológica, atracción y retención de talento, etc.) que se van convirtiendo en los peldaños de la escalera que permite elevarse sobre la competencia y perdurar en el mercado.
Competitividad
Pero si no me creen a mí, crean a las empresas que sí innovan. Recurrentemente, analizamos el impacto de la ejecución de los proyectos de I+D+i que financiamos desde CTA y las empresas afirman que en el 90% de los casos la ejecución de proyectos de innovación les ha supuesto ser más competitivas.
Y si necesitan un experto internacional o un informe de prestigio que avale la tesis, McKinsey, ya en 2021, en su encuesta global "The state of new-business building" y tras analizar las expectativas de más de 1.100 CEO de todo el mundo, afirmaba que el 50% de los ingresos empresariales de 2026 vendrán de productos o servicios que aún no existen. Y a nadie se le escapará de donde surgen la mayor parte de esos nuevos productos y servicios: obviamente, de la innovación.
El informe también recoge que el 55% de los ejecutivos considera la creación de nuevos negocios como una de las 3 principales prioridades de las empresas. Como también decimos habitualmente en CTA, la innovación, transferida al mercado a través de esos nuevos productos y servicios, debe notarse en la cuenta de resultados y esta es la que al final hace perdurar a las empresas.
Por si alguno de los argumentos les ha hecho despertar, pero se preguntan por dónde empezar, les avanzo una pista: el informe apunta a que el desarrollo de productos y servicios más sostenibles es imperativo. Y, tranquilos, aunque esto no es fácil, los CEO aseveran que la curva de aprendizaje y resultados mejora cuanto más nuevos productos y servicios se desarrollan. Es decir, lo importante es empezar sin mayor dilación.
En definitiva, no valen las excusas o que haya otros temas más importantes, innovar es vital para adelantarse a esa pila de problemas que les llegarán mañana, cual tsunami, si no actúan ya.
Y, si no les he convencido, siento decirles que ya están procrastinando.