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Especial X Aniversario Felipe VI

Hemos tenido mucha suerte en España

  • El rey es un hombre de palabra que hace lo que dice, y que cumple con su compromiso
Ignacio Garralda Ruiz de Velasco, presidente de Mutua Madrileña.

Felipe VI cumple diez años de reinado. Una década enormemente complicada para España, que puede considerarse muy afortunada de tener un rey que sabe cuál es su papel, su sentido y su utilidad en un país democrático europeo y en una sociedad moderna del siglo XXI.

Porque las cosas no han sido nada fáciles en estos años, ni para España ni para la institución monárquica. Por empezar por esta última, no es ningún secreto recordar las circunstancias que la habían llevado a una crisis de representación y popularidad antes de la abdicación de Juan Carlos I, en cierto contraste con la larga y exitosa trayectoria de su reinado.

Felipe VI asumió la situación, tomó decisiones muy complejas relacionadas con su familia y creo que acertó de pleno. No es poco, en los tiempos que corren en este mundo, poder afirmar que el rey es un hombre de palabra que hace lo que dice, y que cumple con su compromiso de hace diez años: "Una monarquía renovada para un tiempo nuevo".

En España hemos vivido -o más bien vivimos aún- años de dificultades y de inestabilidad política. Comparar situaciones es siempre arriesgado, pero el papel jugado por Felipe VI en 2017, en la crisis derivada del asalto a la legalidad y la Constitución en Cataluña -un reto como pocos en el último medio siglo- fue definitivo para comprobar que su figura y su consistencia encajan perfectamente con el artículo 56 de la Constitución: "El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…".

Y es que una democracia, que es muchas cosas, tiene en su base la solidez de sus instituciones, igual que la separación de poderes, la independencia judicial, las libertades democráticas y el respeto al Estado de derecho. En lo que a él le corresponde, Felipe VI ha sabido dar estabilidad y proyección de futuro -incluida la preparación de la princesa Leonor-, solidez y prestigio a la institución de la monarquía, que, tras las vicisitudes que ha atravesado, supone un problema solo para el 0,2% de los españoles, según el barómetro del CIS del pasado abril.

Cumplir compromisos con seriedad, transmitir seguridad y valores y ser una referencia de unidad, estabilidad y cohesión en estos tiempos en los que nada de ello sobra es un excelente balance de estos diez años. No tengo la menor duda de que, en este capítulo, España es un país muy afortunado.