elEconomista.es

Especial X Aniversario Felipe VI

Una década de retos

  • Felipe VI ha ejecutado un proceso de reordenación de la institución y de transparencia 
Antonio Huertas, presidente de MAPFRE.
Antonio Huertas

El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes". El artículo 56 de nuestra Constitución define perfectamente el papel de la Corona en España, que es lo mismo que ha venido haciendo nuestro Rey durante los últimos diez años.

Una década compleja que en lo económico ha estado marcada por la larga crisis financiera iniciada en 2008, y que prácticamente tuvo una continuidad en la parálisis mundial de la pandemia y sus efectos económicos y sociales.

Diez años de populismo, inestabilidad política, ruptura del statu quo del equilibrio parlamentario con la irrupción de las opciones más extremas por ambos lados y, sobre todo, del independentismo, con la declaración unilateral de independencia de Cataluña, lo que, en cumplimiento de la Constitución, obligó a Felipe VI a comparecer, como "símbolo de la unidad y permanencia" de España, y afrontar un papel similar al que tuvo su padre con motivo del intento de golpe de Estado de 1981.

El actual monarca llegó relativamente joven a la jefatura del Estado, pero lo hizo excelentemente preparado. A lo largo de su formación como Príncipe de Asturias, además de lo académico y lo militar, Jaime Alfonsín le diseñó una estrategia de contacto real y profesional con la realidad del país que tarde o temprano tendría que reinar. De aquella etapa fue la reunión en Unespa donde D. Felipe demostró no solo que ya venía con un alto conocimiento de la industria aseguradora sino también un profundo interés por conocer las industrias clave del país y la realidad económica que cada una estaba generando.

Después hemos coincido en múltiples encuentros en foros e instituciones de diversa naturaleza, y en todos ellos me ha impresionado siempre su enorme capacidad de escuchar y la profesionalidad con la que acometía cada tarea, cada intervención, aportando ese poso real que se tiene después de una intensa preparación y análisis.

Hace diez años, la Corona atravesaba el nivel más bajo de reputación de su historia. Felipe VI ejecutó un proceso de reordenación de la institución y de transparencia que, junto a otras medidas, ha permitido mejorar notablemente la percepción de los ciudadanos. Un proceso en el cual la persona, ha tenido que tomar decisiones dolorosas en beneficio de la institución, y creo que esto también hay que reconocérselo.

En una década tan convulsa y tan vertiginosa, la figura del Rey ha sido muy relevante para aportar esa estabilidad y unidad que los españoles pedíamos al Rey cuando aprobamos las funciones de la Corona en la Constitución.