Opinión

La dirección financiera que viene

  • El uso de la RPA ha optimizado el proceso de ejecución de la función financiera 
  • La IA está posibilitando a los negocios albergar un mejor funcionamiento 

La historia de la dirección financiera de los últimos veinte años, desde los antiguos departamentos de contabilidad, ha venido marcada por un proceso de transformación muy relevante para convertirla en lo que es en la actualidad.

Primero con la llegada de los ERP's, que aseguraron la transaccionalidad y han permitido un nivel de control y cumplimiento que aportan tal solidez en la generación de información que han sentado las bases de lo que cualquier departamento financiero, por pequeño que sea, es a día de hoy.

Después, evolucionando hacia la eficiencia, entendida como una menor contribución al coste total de la compañía, lo cual ha sido y seguirá siendo una obligación para todos los departamentos financieros, tanto por la presión de la alta dirección como por la contribución que el propio director financiero tiene que aplicar a lo que promulga al resto de la compañía.

En este sentido, la optimización, reorganización y externalización de equipos ha sido parte inherente al desempeño de la función, normalmente llevada a cabo en determinados momentos de reestructuración interna, pero que ha llevado aparejada procesos de reajuste periódicos posteriores para adaptarse a la realidad del negocio. Otro ámbito de la eficiencia, no siempre bien medida, ha sido la optimización en tiempos de ejecución de los distintos procesos, en los últimos años debidos al uso de RPA, que no únicamente han liberado coste de operación para su uso en otros ámbitos, sino que han aportado un valor añadido a la organización por la mayor capacidad de revisión. Todo ello redundando en un mayor control financiero con su consecuente reducción del riesgo, aspectos ambos de extrema criticidad para la función.

Y ya, en los últimos años, automatizando la generación de información financiera, con mejoras en el nivel de granularidad y trazabilidad, la velocidad de elaboración y, por tanto, en la calidad. Lo cual ha mejorado sensiblemente el acercamiento de la función al negocio, sobre todo cuando ha venido acompañada de enfoques colaborativos interdepartamentales que han ido incrementando la cultura financiera en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la organización.

El catalizador de estos cambios ha sido fundamentalmente la tecnología, que en los últimos años está disponible en mayor medida del que las compañías son capaces de absorber, sobre todo en modelos SaaS que además de simplificar su disponibilidad y reducir el coste total de uso proporcionan una flexibilidad que está acelerando tanto su implantación como su adopción basada en los estándares a los que obliga. Sin embargo, y como si de un puzzle tecnológico incompleto se tratara, hasta ahora han estado dotando de soluciones muy concretas con capacidades en la mayoría inconexas o con un alto coste de integración… Hasta ahora.

El cambio de paradigma que implica la Inteligencia Artificial está posibilitando cerrar el círculo y aventura una evolución exponencial de la función, aunque su aplicación no es gratuita. Disponer de las bases tecnológicas de la función saneadas, tener unos procesos mínimamente ordenados, un gobierno del dato establecido, modelos analíticos claros y compartidos con el negocio o una cultura de compañía de transparencia financiera interna, son algunos de los pilares necesarios que ya permiten hacer un uso extensivo de la IA.

En los análisis y trabajos que estamos llevando a cabo en muchos de nuestros clientes las posibilidades son enormes y van a llegar por oleadas de evolución, cuyo fin todavía es difícil de vislumbrar. En primer lugar, porque la evolución sobre la evolución es potencialmente equivalente al problema de los granos de trigo y el tablero de ajedrez, y en segundo porque los avances que estamos viendo en los principales proveedores de IA multiplican las capacidades de resolución a misma cuestión.

Esta evolución va a llevar aparejada una obligatoria mejora de las capacidades de los equipos de Función Financiera o upskilling, ya que las tareas administrativas van a ir desapareciendo más pronto que tarde y la verdadera eficiencia se va a generar no sólo por la reducción del coste, sino por el aumento de valor generado en áreas, como la elaboración de información con un nivel analítico muy elevado, por lo que va a ser necesario redirigir tareas. Es decir, en la medida en la que la función financiera vaya haciéndose con la gestión de la información con un coste mucho menor de generación y operatividad así como con un mayor nivel de interacción con el negocio con la propuesta de decisiones en tiempo récord, se va a lograr el posicionamiento estratégico que históricamente se le ha atribuido y no siempre se ha conseguido.

Las regulaciones en este ámbito van a ser piedra angular de hasta dónde se va a poder llegar y la gestión del riesgo aparejado a estas tecnologías el mayor reto para su implantación. No obstante, la adaptación necesaria al cambio probablemente irá despejándose de forma natural, pero va a marcar indefectiblemente los tiempos.

En definitiva, ya estamos viendo avances en muy poco tiempo que están imprimiendo una velocidad sorprendente, sobre todo a nivel de reducción del coste de tareas de bajo valor añadido, y que van a justificar una espiral de evolución como nunca habíamos visto.

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