
Los números rojos se extendieron en la sesión del martes por todos los parqués de Europa y Asia, con caídas que en algunos índices superaron el 2%. Asimismo, el arranque de Wall Street tampoco fue positivo. Este mal desempeño de la renta variable se debe a dos factores.
El primero es la renqueante recuperación de China que pese al alza del PIB del 5,3% en el primer trimestre, sigue mostrando debilidad en variables clave como las ventas minoristas o la producción industrial. Además de las dudas con la segunda economía en el mundo, el temor a una escalada del conflicto en oriente medio, tras asegurar Israel que responderá al ataque de Irán del fin de semana, también ha impulsado las ventas.
Un contexto negativo para la renta variable que provoca que en EEUU ya se espere menos retorno de la bolsa que del bono en el año, lo que no pasaba desde 2002. En concreto, la rentabilidad para el S&P 500 se queda en el 4%, un porcentaje que supera la deuda americana a diez años, el T-Note, que alcanza el 4,6%. La situación en Europa es diferente, debido a la mayor expectativa de bajada de tipos en la eurozona respecto a EEUU.
Por si fuera poco, las plazas europeas cotizan a multiplicadores inferiores a sus homólogos norteamericanos, lo que eleva su recorrido de cara al presente ejercicio y limita a poco más del 3% los cupones de los bonos. Pero eso no quiere decir que la deuda no pueda seguir compitiendo con la renta variable también en el Viejo Continente. Primero porque su rentabilidad sigue superando a la inflación. Aunque más importante aún es que los problemas que atenazan ahora a las bolsas –la extensión del conflicto en Gaza y China– amenazan con seguir estando vigentes en los próximos meses.