Opinión

Despliegue diplomático chino en Oriente Próximo

  • China es un actor equilibrado cuya ventaja es no tener un pasado colonial en la región
Oleoducto en Teherán (Irán). Getty

El comportamiento de Pekín hacia el Próximo Oriente, desde hace décadas, se puede describir como una progresión lineal para expandir y para proyectar sus intereses estratégicos a través de una diplomacia sistemática y organizada.

Los llamados foros para la cooperación son uno de los instrumentos preferidos por China para hacer avanzar sus objetivos de política exterior en el Próximo Oriente.

Tres son los ejemplos paradigmáticos de esta fórmula favorita de Pekín en el Levante.

El Foro para la Cooperación entre China y África -en inglés, Forum On China-Africa Cooperation (FOCA)- fue fundado en 2000.

El Foro para la Cooperación entre China y los Estados Árabes -en inglés, The China-Arab States Cooperation Forum (CASCF)- fue creado en 2004 e incluye a todos los miembros de la Liga Árabe.

El último de este trío es la Organización de Cooperación de Shanghái -en inglés, Shanghai Cooperation Organization (SCO)-, que fue constituida, originalmente, en 2001, por China, por Rusia y por las cinco repúblicas ex soviéticas de Asia Central.

La SCO agrupa, hoy, además, a la India, a Pakistán y, desde septiembre de 2022, a Irán.

En la actualidad, la SCO está en conversaciones con Egipto, con Turquía y con cinco de los seis países miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG) para que todos éstos se conviertan en socios para el diálogo de la SCO, bajo el liderazgo de China.

Otro de los mecanismos utilizados por la diplomacia de Pekín para facilitar la proyección de su ascendiente en la zona es el de los Enviados Especiales (EE).

China quiere contribuir, a través de éstos, a facilitar la paz y la estabilidad del Próximo Oriente y a resolver sus situaciones más enrevesadas.

Desde 2002, el ministerio de Asuntos Exteriores de China cuenta con un EE para el Próximo Oriente, cuya misión es ayudar a gestionar las relaciones entre Israel y la Autoridad palestina.

En 2016 se creó un EE para Siria, al que se le asignó el cometido de colaborar en poner fin a la guerra civil de este país.

China medió, en 2023, el acuerdo entre Arabia Saudí e Irán, sin que existiera, en este caso, una figura de un EE con este propósito específico.

Pekín ha dado un nuevo impulso a su EE para el Próximo Oriente, tras el éxito diplomático en esta intermediación entre saudíes e iraníes.

Su objetivo renovado es poner en práctica, de forma similar a la anterior, las habilidades desplegadas por el ministerio de Asuntos Exteriores chino entre esas dos potencias regionales para que sean de utilidad, en esta ocasión, entre israelíes y palestinos.

China, además, impulsa decididamente acuerdos de libre comercio, como los que mantiene en vigor con el CCEAG, con el Estado de Israel o con la Autoridad palestina y zonas económicas especiales.

El complemento político a la diplomacia económica de China en el Próximo Oriente son las asociaciones estratégicas.

China tiene establecidas un número significativo de éstas, ya sea con instituciones multilaterales, como sucede con la Liga Árabe, la Unión Africana (UA) o el CCEAG, o ya sea mediante relaciones bilaterales con países, como Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Irán, Marruecos o Turquía.

Para concluir, China ha demostrado, en el terreno de la cooperación de seguridad, de defensa y militar, su compromiso con las misiones de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el Próximo Oriente o con los esfuerzos multilaterales para combatir la piratería en el Golfo de Adén.

Asimismo, la primera base militar china fuera de sus fronteras comenzó a ser operativa en Yibuti, en el cuerno de África, el 1 de agosto de 2017, día de la celebración del 90 aniversario de la creación del Ejército de Liberación del Pueblo, es decir, las Fuerzas Armadas chinas.

Todos estos proyectos se encuentran encapsulados por la Iniciativa del Cinturón y de la Ruta (ICyR), o nueva ruta de la seda, el plan estratégico de China, que ha acabado transformándola en el socio económico más importante de la mayoría de los países más importantes del Próximo Oriente.

Pekín se está convirtiendo, gracias a todo este dinamismo, en un actor político de importancia creciente en la región, que, a la vez, defiende la soberanía de las naciones, promueve la llamada cooperación Sur-Sur, favorece la conectividad regional y defiende a todos estos países en el seno de las organizaciones internacionales en las que participa.

China pretende ser un actor equilibrado en el Próximo Oriente y se apalanca en el hecho ventajoso de que no cuenta con un pasado colonial en esta región.

En definitiva, China está dando una lección sobre los beneficios que una diplomacia inteligente pueden traer a una nación para proyectar su influencia y para alcanzar sus intereses estratégicos con éxito.

La banda de los cuatro estadounidenses -Biden, Blinken, Nuland y Sullivan- podría aprender del caso chino porque, al parecer, hicieron novillos cuando se dictó el curso de diplomacia en sus universidades respectivas.

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