
El macroanálisis que cada trimestre publica la Agencia Tributaria (AEAT) sobre la evolución de las ventas, el empleo y los salarios en las empresas españolas (desde las más grandes hasta las pymes) refleja importantes daños en el tejido productivo de nuestro país. Es innegable que el volumen de ventas destinadas al consumo interno de estas sociedades todavía crece en el segundo trimestre, pero su avance del 1,4% palidece con respecto al 5,3% que todavía presentaba entre enero y marzo pasados.
Es más, en 2022, el crecimiento en ambos periodos fue superior al 10%, pese a que la actividad no estuvo plenamente restablecida, tras el parón forzado por el Covid, en algunos periodos del primer semestre del año pasado.
En paralelo, las ventas destinadas a la exportación arrojan noticias aún peores ya que dicha rúbrica desciende un 3,8%. Todas estas cifras tienen un reflejo directo en el capacidad de crear empleo, una variable que desacelera un punto, hasta el 3,3%. Lo que evidencia ahora la AEAT a escala trimestral podía ya anticiparse observando mes a mes la evolución de la recaudación fiscal, en donde se reflejó un alarmante retroceso del 50% en la recaudación por Sociedades.
Una contracción tan profunda no podía explicarse por efectos coyunturales como las devoluciones acumuladas desde 2021. Los números ya reflejan un problema en los beneficios empresariales, enraizado en la pobre evolución de su facturación en el pasado semestre. La acumulación de dificultades (financiación ahora más inaccesible, inflación persistente, debilidad del consumo interno) hacen mella en las firmas de nuestro país, lo que conduce a una desaceleración del PIB más abrupta de lo esperado en el cierre de este ejercicio.