
En los últimos días los medios de comunicación se ha hecho eco de la situación del agro español en esta campaña. Bajo un sol de castigo, las imágenes evidencian el estado de crecimiento y desarrollo de los cereales donde se puede apreciar la talla del cereal que en muchos casos no llega al mínimo que permite la recolección.
Los números dejan un preocupante saldo de una producción nacional de 10 millones de toneladas (Mt), la más baja desde 1995 en dónde el año se cerró con algo más de 11 Mt, una perdida en el año actual de aproximadamente el 50% sobre la media de los últimos cuatro años (22,5 Mt).
Por cultivos, los cereales secundarios como avena y centeno se llevan la peor parte con mermas sobre el promedio de cuatro años que superan el -80%. Por su parte, de los cereales principales, el trigo durum (de uso en la industria de la pasta) se lleva la peor parte con pérdidas sobre la misma media del -60% y la cebada con -58% (338.000 tons. de trigo durum y 3,7 Mt de cebada).
Por comunidades autónomas Castilla-La Mancha se lleva la peor parte con menos del 70% de producción sobre la media de los cuatro últimos años, seguida de Andalucía, Cataluña, Extremadura, las tres sobre un -63%.
Peso económico
Y no es una cuestión solamente de unos campos afectados por unos patrones climáticos irregulares, como a veces podemos pensar desde el sofá de casa. El peso del sector agroalimentario en el total de la economía representa el 9,2 % del PIB y el 11,4 % en el empleo. Son pesos que superan la media de la UE-27, lo que muestra la mayor especialización de la economía española en el sector agroalimentario.
Estamos hablando de una aportación del sector de 111.147 millones de euros de renta y de 2.347.108 puestos de trabajo de los que el 44,1 % de esas rentas y el 50,8 % del empleo lo aportan la comercialización de estos productos agroalimentarios (datos de Observatorio Agroalimentario de Cajamar). Además de las cifras, sigue siendo un sector estratégico que ocupa una gran parte del territorio (24 Mha o 47% del paisaje, incluyendo tierras de cultivo y pastos. Sin olvidar que España se ha convertido en el productor líder de pienso en la UE, y su producción de carne sigue creciendo: mayor productor de porcino de Europa.
Para que todo ello siga siendo ese motor económico, para el correcto funcionamiento de nuestra industria agroalimentaria España precisa un total de 35Mt de cereales (de los que 24 Mt irán a pienso), por lo que, si nuestra producción de cereal actual es de 10Mt, nos veremos obligados a importar 25Mt (prácticamente el doble que un año normal).
Mercados internacionales
Así pues, nuestro sector agroalimentario depende, este año mucho más, de unos mercados internacionales, donde la conmoción geopolítica sigue afectando las previsiones de la oferta y la demanda no solo de granos sino también de transporte marítimo. Ciertamente, las relaciones entre Estados Unidos y China siguen siendo difíciles y la situación en Ucrania por parte de Rusia no muestra signos de resolverse pronto. Por otro lado, la demanda de transporte terrestre que desplace las mercancías que llagaran a los puertos hasta las industrias agroalimentarias (especialmente las de zona centro) se incrementaran.
En definitiva, mucho más que un mal año agrícola, que unos campos sin agua, que unos agricultores que han perdido los costes de la campaña y los ingresos de sus frutos, es mucho más que eso, es una industria estratégica, la agroalimentaria, y lo que es lo mismo, un país el que va a sufrir un año pendiente de que la geopolítica le vaya bonita.
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