
La última encuesta de Bank of America reflejaba el mayor rechazo al sector inmobiliario por parte de los gestores en una década. Una posición comprensible ante el encarecimiento de la financiación que provocan las alzas de tipos en uno de los sectores más expuestos a los problemas de liquidez. En este contexto, mantener la deuda a raya es una obligación para las inmobiliarias. Pese a ello el real estate europeo registra una ratio de endeudamiento en relación a sus activos superior al 40%. Además, el mercado proyecta que el sector cerrará 2023 con el mayor riesgo crediticio desde 2015. Ante este escenario, el mero hecho de que las firmas españolas presenten un nivel por debajo de la media europea, las sitúa en mejor posición para atraer a los inversores.