
A su insuficiente reforma de pensiones, Escrivá sumaba hasta ayer el peligro de afrontar la primera huelga en la historia de la Seguridad Social. Un extremo al que no se ha llegado tras el acuerdo con los sindicatos para mejorar la plantilla.
Entre otras cuestiones, Escrivá se compromete a sumar 2.500 nuevos trabajadores interinos a los 1.025 que ya se contrataron (de forma temporal) para la gestión del ingreso mínimo. Ceder así a las presiones de los sindicatos incrementando la nutrida nómina de trabajadores de la Seguridad Social, que asciende a unos 25.000 efectivos pese a la ola de jubilaciones de la última década. Escrivá debería haber acometido la reordenación de los funcionarios en vez de ceder a la primera propuesta de máximos de los sindicatos.