
Mientras Pedro Sánchez presumía de éxitos económicos en el Congreso de los Diputados y ensalzaba su gestión de la economía frente a la del Partido Popular, el Banco de España le echaba un cubo de agua fría, alertando sobre el parón económico y demandando reducir deuda y déficit con urgencia, además de exigir una plan de consolidación fiscal.
"La desaceleración económica es un hecho", afirmaba durante la presentación del informe de Estabilidad Financiera el director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del Banco de España, Ángel Estrada, para añadir que los riesgos que ha producido la elevada inflación, las tensiones geopolíticas, las turbulencias financieras y la elevada incertidumbre "incrementa el riesgo de vulnerabilidades de las empresas y hogares en el corto y medio plazo".
Alertas que coinciden con las realizadas por la agencia europea de calificación EthiFinance Ratings, que en el caso de España resalta que "tanto la inversión como el consumo presentaron contracciones, señales que apuntan a una economía que comienza a ceder ante el alza de los precios y el endurecimiento de las condiciones de financiación". Al tiempo que puntualiza que, pese a la caída de la inflación por el efecto base, los niveles de la inflación subyacente se mantienen elevados, lo cual supone un lastre para la economía y el consumo.
Y, en la misma línea, el Observartorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria no duda en asegurar que "España está en una situación de estanflación. Afirmación que explica porque la economía española que mantiene su senda de desaceleración, si no ha entrado directamente en tasas de crecimiento negativo es porque el gasto público está enmascarando el deterioro de la producción. Esta circunstancia contribuye, a su vez, a elevar el déficit y la deuda dificultando la lucha contra la inflación.
Tesis que apoya con la evolución de los principales indicadores como la variación interanual del PIB que se desaceleró del 4,8% al 2,7% entre el tercer y el cuarto trimestre de 2022, la tasa intertrimestral del consumo de los hogares que pasó de subir un 1,8% de julio a septiembre a bajar un 1,8% de octubre a diciembre. A lo que se une un IPC estancado en niveles próximos al 6%, mientras que la inflación subyacente continúa su escalada y ya roza el 8%.
A ello se suma una deuda pública desbordada que en febrero ha alcanzado un nuevo máximo histórico de 1,5 billones de euros. Deuda que, como es sabido, se trata de un impuesto en diferido que provoca estancamiento económico, menos servicios y más fiscalidad.
Y si de los datos de la actividad pasamos a analizar el empleo vemos como la evidencia en las trampas estadísticas de Yolanda Díaz con respecto al paro empiezan a saltar día a día. Si la metodología de contabilización de los puestos fijos discontinuos era ya, de por sí, toda una demostración de manipulación estadística –un parado que trabaje solo mes al año computa todos como empleado– si realizamos una simple del total de personas que se inscriben en el SEPE restamos aquellas que están ocupadas, ello nos daría el total de personas registradas y que no están trabajando y que en el mes de marzo ascendieron a 3.966.834. Como concluye el último informe de contratación del sindicato USO, tanto en marzo de 2022, como de 2023, estaríamos próximos a los 4 millones de parados, considerando como parados a todas las personas registradas en el SEPE y que no están ocupadas, lo que supone un aumento 61.285 personas en un año
Todo esto con el añadido de que el número total de contratos registrados durante el pasado mes de marzo ha sido de 1.315.095, lo que supone un descenso de 356.746 (-21,34%) sobre el mismo mes del año 2022. Por su parte, la contratación acumulada en los dos primeros meses de 2023 ha alcanzado una cifra de 3.600.646, es decir, 1.111.584 contratos menos (-23,59%) que hace un año
Esto es de lo se vanagloria Pedro Sánchez y lo que él y el "trío la, la, la de los ministerios económicos -Calviño, Día y Montero- entienden por gestionar bien la economía. Cómo dice el refranero, los números cantan y antes se coge a una mentiroso que a un cojo.