
La Comisión Europea presentó recientemente la Ley de Industria Net-Zero y la Ley de Materias Primas Fundamentales como parte de su Plan Industrial del Pacto Verde. Resulta evidente el gran esfuerzo de la Comisión para crear un marco que garantice un futuro con emisiones netas cero, salvaguarde nuestra seguridad energética y permita a Europa seguir siendo competitiva.
Pero para alcanzar estos objetivos, necesitamos una mayor claridad por parte de los legisladores. Sólo así podrán los promotores, proveedores, fabricantes e inversores llevar a cabo el impulso necesario para que las energías renovables alcancen el crecimiento esperado y necesario, el mayor registrado hasta la fecha. No hay lugar para la cautela; debemos ser ambiciosos y contundentes. Y la industria eólica está preparada para hacer realidad ese fuerte crecimiento.
En la actualidad, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la industria eólica europea es la falta de solidez a largo plazo debido a la lentitud en la concesión de los permisos, que impiden que los objetivos se transformen en proyectos reales, y a una transición energética impulsada exclusivamente por criterios financieros donde, por ejemplo, las subastas se rigen sólo por el precio; de ahí que el sector reclame la introducción de criterios cualitativos, que tengan en cuenta el valor que generamos para la sociedad.
Además, la industria eólica se ha visto muy afectada por la inflación, lo que impacta directamente en la rentabilidad del sector, que además se enfrenta a la feroz competencia de fabricantes de aerogeneradores que no operan en igualdad de condiciones.
El pasado año, Estados Unidos presentó la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), uno de los mejores ejemplos de legislación medioambiental hasta la fecha. Esta iniciativa ha puesto a Europa en jaque. Se ha realizado un gran trabajo a lo largo de los años, pero la normativa europea, en ocasiones prolija y compleja, no ha sido capaz de llevar a cabo los cambios necesarios con la rapidez adecuada.
La Ley Europea de Industria Net-Zero y la Ley de Materias Primas Fundamentales están diseñadas para garantizar no sólo que Europa siga siendo líder en la lucha contra el cambio climático, sino también que tengamos la autonomía, la capacidad, la competencia tecnológica, la habilidad, la fortaleza de la cadena de suministro y los materiales fundamentales para mantener ese liderazgo.
La Ley de Industria Net-Zero establece como objetivo alcanzar una capacidad de fabricación de aerogeneradores de 36 GW anuales. Es una buena noticia, pero hay que señalar que esto cifra supera con creces los 16 GW de capacidad instalada en la UE en 2022.
Para alcanzar ese objetivo es necesario llevar a cabo una importante inversión, pero también apoyo financiero público, tanto de la UE como de los estados miembros. Esa es precisamente una de las carencias de la Ley de Industria Net-Zero: no establece nuevos mecanismos de financiación de la UE.
Por otro lado, si queremos alcanzar los objetivos de instalación de energía eólica de la UE para 2050, tenemos que conseguir materias primas, y a precios justos. En la actualidad, Europa depende en gran medida del exterior para muchos de estos elementos. Es una dependencia que la Ley de Materias Primas Fundamentales intenta reducir.
Sin embargo, lo que aún no está claro es cómo se distribuirán de forma equitativa los costes potencialmente más elevados que tendrán esas materias primas entre los fabricantes occidentales de aerogeneradores. ¿Dónde está el incentivo para que los fabricantes cumplan esas cuotas si la competencia se abastece de materiales más baratos en el extranjero?
Pero hay otro hecho sobre el que debemos ser realistas: Europa no es un continente rico en recursos minerales. Eso significa que a largo plazo tendremos que diversificar nuestro abastecimiento con otras regiones y, al mismo tiempo, fomentar la economía circular, reciclar materiales que ya están disponibles en Europa.
En todo caso, más allá de estas necesarias mejoras, la Ley de Industria Net-Zero y la Ley de Materias Primas Fundamentales suponen un avance hacia un futuro más sostenible. Sin embargo, aún nos queda mucho por hacer. En el caso de la industria eólica, tenemos que ser más precisos sobre las medidas que queremos que pongan en marcha los legisladores para que podamos contribuir a hacer realidad la transición energética. Debemos actuar con rapidez y realizar aportaciones claras y tangibles a estas iniciativas a su paso por el Parlamento, el Consejo y la Comisión.
La UE espera que el sector suministre la energía eólica necesaria para alcanzar los objetivos de REPowerEU en 2030. Y estoy convencido de que podemos cumplirlos, pero tendremos que ser mucho más ambiciosos a la hora de desarrollar, aprobar y aplicar la legislación comunitaria y nacional.
La mala noticia es que no tenemos otra opción. La buena noticia es que ya contamos con una.