La próxima jornada que celebraremos en abierto se llama "Cómo ahorrar e invertir en un mundo inestable". Nótese que decimos un "mundo", no un "escenario", un "entorno" o cualquier otro eufemismo referido a un episodio concreto y puntual. No, nos referimos a que lo que llevamos del siglo XXI ha sido un periodo de gran inestabilidad política, económica e incluso sanitaria y que tiene toda la pinta de seguir siéndolo.
No habíamos tenido una guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Y no solo una guerra: una guerra entre la OTAN y Rusia, dos potencias nucleares. Que en el caso de la OTAN sea a través del ejército de Ucrania no reduce la magnitud del conflicto. La tensión entre China y EEUU cada vez se parece más a la que existió en la guerra fría con la antigua URSS.
También hemos tenido una crisis financiera que podría haber acabado en una gran depresión. Y ha estado en riesgo la existencia del euro e, indirectamente, de la Unión Europea.
Por si esto fuera poco, hemos vivido una pandemia global y un confinamiento mundial. Y recientemente hemos vivido un incremento del coste de la vida que no veíamos en décadas, con las consecuencias sociales y políticas que eso puede tener.
Para bien o para mal, está claro que tenemos que prepararnos para vivir e invertir -que es mi negociado- en un mundo extremadamente volátil, volatilidad que se verá exacerbada por ese elemento de comunicación de propagación tan rápido y agresivo que son las redes sociales.
Pero cuando hablamos de inestabilidad también hablamos de grandes oportunidades. No se gana comprando cuando todo está perfectamente bien: se gana comprando cuando todo está realmente mal. Habrá periodos creativos y positivos seguidos de periodos oscuros y violentos. No se puede llamar inestable a un periodo en el que todo está mal, eso sería "negativamente estable". Inestabilidad implica cambio.
Qué duda cabe que los fondos de inversión son la mejor forma que existe en España de invertir a medio y largo plazo. Y digo en España porque el tratamiento fiscal que tienen aquí no lo tienen en muchos otros lugares del mundo. O lo tiene toda la inversión dirigida al largo plazo, como ocurre en EEUU.
Los fondos de inversión permiten invertir en cualquier activo, país o sector que se pueda imaginar, con la misma facilidad que se compra un fondo que invierta en el Ibex o en letras del tesoro español. Y encima permiten posponer el pago de impuestos.
Pero tienen una desventaja: su operativa no es ágil. Si vendes, pueden pasar un par de días hasta que tengas fecha valor. Y otros tres hasta que se realiza el traspaso efectivo a otro fondo de inversión. Como mínimo. No es un producto para una reacción rápida ante un cambio súbito en el mercado.
Afortunadamente y aunque la banca y las sociedades de valores hacen todo lo posible para que nadie se entere, en España también tenemos esos fondos de inversión que permiten moverse rápido y modificar la estructura de nuestras inversiones en minutos: los ETF. Son fondos de tercera generación. Y lo son por la rapidez operativa y porque sus comisiones son bajísimas.
Esto último es lo que hace que bancos y sociedades de valores los mantengan escondidos de cara a los clientes o simplemente no ofrezcan la posibilidad de invertir en ellos. Como son muy baratos les dejan una comisión recurrente muy baja. Recordemos que los asesores no independientes, que en España son la mayoría, cobran una comisión por cada producto que recomiendan o colocan en las carteras de sus clientes.
Ante un evento que pueda desencadenar una espiral bajista en el precio de los bonos, las acciones o cualquier otro activo, con ETFs podemos avisar a nuestros clientes y que se "cubran" en minutos. O hacerlo por ellos si gestionamos su cartera.
Si por ejemplo vemos que se puede producir una fuerte y rápida caída en las bolsas, podemos recomendar ETFs que inviertan en cualquier activo, sector o país que pueda subir en ese desplome. Es lo que se conoce como "cubrir" una cartera. Teniendo parte de nuestro patrimonio financiero en ETFs podemos reducir el impacto en el patrimonio total en minutos.
Obviamente no estamos hablando de que la mayoría de la cartera esté en ETFs, porque fiscalmente los fondos tradicionales no tienen rival. Pero aunque no tengan las ventajas fiscales de los fondos tradicionales, por encima de los impuestos -que al final siempre se acaban pagando- están la rentabilidad y la salud.
Si podemos reducir el impacto de un evento bajista tanto en el bolsillo como en la salud ¿por qué no hacerlo?. Luego, cuando pase lo peor y también en minutos, se deshará la cobertura y hasta la siguiente guerra, explosión de la inflación, pandemia o lo que este convulso periodo nos depare.