Un año más, España cierra el año con buena nota en materia de equilibrio de género entre los puestos de responsabilidad de nuestras principales empresas. El informe de Women in Business que venimos realizando en Grant Thornton desde hace ya dos décadas, sitúa la cifra de mujeres directivas en España por encima de la media europea y global, marcando una senda de liderazgo que se repite desde hace ya unos años. Con casi cuatro de cada diez puestos directivos ocupados por mujeres (38%), España es en la actualidad el país de la Unión Europea con un mayor porcentaje de mujeres directivas y alcanza el puesto número 11 del ranking a nivel mundial.
Esta excelente cifra coincide además en un año en el que las extraordinarias circunstancias de la economía mundial no se lo han puesto nada fácil al tejido empresarial, especialmente a las medianas y pequeñas empresas. La guerra en Ucrania, la escasez de materias primas, los cuellos de botella en los mercados internacionales o una inflación disparada en la mayor parte de los mercados no han impedido a las empresas seguir avanzando en materia de paridad y equilibrio de género, estando cada día más cerca ese 40% marcado como objetivo en Naciones Unidas.
Si fijamos el foco a nivel regional, la mayor parte de las Comunidades Autónomas consultadas por Grant Thornton se mueven en la misma tendencia positiva. Madrid sigue siendo la región que lidera esta clasificación, con un 40% de presencia femenina, seguida de Andalucía, con un 35%, Galicia, con un 33%, Valencia, 31%, Cataluña, que alcanza el 31%, y Euskadi, con un 30%.
Pero todavía queda camino por recorrer. Las buenas cifras registradas en España no deben cegarnos, pues a nivel mundial, el avance es todavía lento. Desde aquel lejano 2004 en que empezamos a publicar nuestro informe, la cifra de mujeres directiva mundial solo ha aumentado 14 puntos, hasta el 32,4% de este 2023.
Las empresas deben ser conscientes de que el avance decidido en materia de paridad es sinónimo de rentabilidad. Resulta por tanto necesario adoptar un enfoque flexible capaz de crear un entorno que aumente la diversidad entre los equipos de alta dirección, combinando este enfoque con una cultura de apoyo y comprensión. Debemos ser capaces de generar en las empresas una ambiente transparente y enriquecedor, para el que los programas de bienestar y mentoría se antojan imprescindibles para orientar a las empleadas hacia la alta dirección, apoyados a su vez con una mayor transparencia en las vías de acceso a estos puestos.
A su vez, es importante ser conscientes de que vivimos en una nueva realidad que hace más posible que nunca seguir avanzando. Las empresas que ahora exigen la 'vuelta a la oficina' deben plantearse el efecto que tendrá esto en la diversidad, así como entender que puede tener consecuencias imprevistas. Nuestro estudio demuestra que las compañías que han apostado por modelos híbridos y flexibles han conseguido aumentar su número de mujeres en puestos de responsabilidad. Sin embargo, cada organización es distinta y se deben valorar los posibles efectos negativos del teletrabajo en la carrera directiva femenina, así como comprender las desventajas que puede suponer para así solucionarlas.
Hace un lustro parecía que alcanzar cotas del 30% de poder femenino en las cúpulas era un logro que aceleraría el camino hacia empresas con más equilibrio de poder. Sin embargo, eso no ha ocurrido a nivel general y, ante ello, el mensaje es claro: es bueno que nos esforcemos en dar un impulso definitivo. Aparte de no retroceder, debemos aspirar a cumplir la recomendación de Naciones Unidas, marcada en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, y de la propia CNMV, de llegar a un 40% de equilibrio femenino en la empresa.
Veremos, además, si los nuevos reglamentos de obligación de paridad anunciados nos permiten o no dar saltos todavía mayores, aunque esta tarea ya está en la agenda y estrategia de las empresas, conscientes de lo rentable que resulta tener equipos directivos diversos.
Los retos son enormes. Hay sectores muy por debajo de la media nacional marcada por nuestro estudio, entre ellos, el tecnológico y el industrial. Sectores que se antojan clave en el futuro de la economía mundial. La diversidad, por tanto, debe ser entendida de una vez por todas como un driver estratégico nacional e internacional que nos ayude a seguir mejorando y creciendo.