
El Gobierno se vanagloria del menor peso de la deuda pública con respecto al PIB. Pero ello no se debe a una reducción del pasivo sino al crecimiento de la economía.
De hecho, si se tiene en cuenta el peso de la deuda por hogar, este se ha incrementado un 35% desde 2014 y un 22% desde 2018, hasta alcanzar los casi 80.000 euros por familia. Una evolución que evidencia la falta de una hoja de ruta del Ejecutivo para reducir el endeudamiento de las administraciones públicas. Una carencia que es siempre peligrosa. Pero más aún en un momento como el actual en el que la financiación seguirá encareciéndose por las subidas de tipos de interés en la eurozona. Y, también, por la mayor vigilancia de los mercados respecto a la salud de las cuentas públicas de los países.