Opinión

Dudas sobre la calidad del empleo

Un 42% por ciento de los nuevos contratos indefinidos firmados en enero fueron a jornada completa. Un porcentaje que supone un retroceso de casi un tercio respecto al 60% que suponía hace un año.

Este dato no cuestiona el hecho de que la reforma laboral ha disparado la contratación estable y reducido la temporal, que ha pasado de suponer 9 de cada 10 nuevas firmas a 6 de cada 10. Pero sí plantea algunas preguntas acerca de la fórmula con la que se ha logrado. En los últimos meses, han sido muchos los expertos que advierten sobre la caída de las horas trabajadas en 2022 y el mayor porcentaje de empleos a tiempo parcial. Pero lo que los datos al respecto que registra el Servicio Público de Empleo Estatal revelan es que el menor peso de los contratos de mayor calidad entre los indefinidos no se debe a un aumento de los que son a tiempo parcial, sino a los fijos discontinuos. Esta modalidad sigue en el centro de la polémica por su repercusión en las estadísticas de desempleo, pero también está distorsionando las del trabajo indefinido. En enero esta nueva categoría supuso el 35% de estos contratos, aunque en algunos meses ha llegado a superar el volumen de los fijos ordinarios a tiempo completo, los de mayor calidad. Ello a pesar de que su peso en el empleo estable apenas llega al 6,5% en términos de afiliación a las Seguridad Social y al 4,1% en términos de ocupación de la EPA. Este alto porcentaje en la contratación y apenas residual en el empleo confirma que se trata de trabajos de muy alta volatilidad, tanta o más como la que registran los temporales que estaban llamados a sustituir. Ello siembra serias dudas sobre la calidad real del empleo que dejan a las que el Gobierno debe responder con seriedad.

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