
Mañana viernes se cumple un año del inicio de la invasión a Ucrania por parte de Rusia, que dio origen a una guerra que aún puede durar mucho tiempo. Las bolsas reaccionaron entonces con caídas del 3%, pero el gran desplome se produjo el 4 de marzo cuando el ejército ruso tomó el control de la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa.
Esto evidencia la importancia que los mercados dieron a la energía, cuyo precio ha sido un factor más importante que la propia contienda para los inversores. Así lo demuestra el hecho de que las principales plazas europeas ya cotizan a un precio superior al que presentaban al inicio de las hostilidades, a pesar de no vislumbrarse el final de la guerra. El Ibex es el mejor ejemplo de ello, con una revalorización superior al 8%. Le siguen el EuroStoxx 50, de referencia en el Viejo Continente, con un 7%, el Cac francés (6,8%), el Dax alemán y el Footsie británico, con algo más del 4%. Una rápida recuperación que se ha producido por la caída de los precios de los componentes energéticos, especialmente el gas, y que demuestra que los mercados pueden vivir con una guerra cronificada en plena Europa. Por ello, el comportamiento de las bolsas en los próximos meses no lo marcará el presidente Vladimir Putin sino un posible incremento de los precios de la energía por diversos factores, como el despertar económico de China. Esto paralizaría la desaceleración de la inflación, aún en niveles muy lejos de estar normalizados, y obligaría a los bancos centrales a incrementar su agresividad en las subidas de tipos de interés. Unas alzas que frenarían la actividad económica y que pondría en duda la solidez que, de momento, presentan los beneficios de las cotizadas.