
La hostelería encadenó desde mayo seis meses consecutivos de desaceleración de su actividad, cerrando octubre con una caída del 3,9% frente al mismo mes de 2021.
Pero este sombrío panorama empezó a esclarecerse en noviembre con un alza del 1,5% y ha cambiado radicalmente con la publicación del dato de diciembre. En dicho mes, el sector ha impulsado sus ventas un 8,4% por encima del mismo periodo del año anterior. Sin duda, el impacto de ómicron en el final de 2021 influye para que la comparativa salga más favorable. Pero también es verdad que el incremento de las ventas de diciembre asciende al 20,6% y casi cuadruplica la inflación, lo que evidencia una importante mejoría de la actividad. No en vano, el sector terminó 2022 con un alza de los ingresos del 44% y recupera el terreno perdido durante la pandemia. La hostelería es uno de los principales termómetros de la marcha de la economía, al ser un indicador adelantado de la evolución del consumo. Así, en periodos de crisis, este sector suele ser de los primeros en notar el golpe al suponer un gasto superfluo para las familias. Por ello, el hecho de que la hostelería terminara el año con un notable impulso constituye una excelente noticia para el consumo y, por extensión, para el conjunto del PIB. Con todo, se debe tener cautela con estos datos. Primero porque pueden responder sólo al interés de los ciudadanos por celebrar la Navidad tras la pandemia. Pero, además, la inflación sigue en niveles muy altos y dista aún de estar controlada en el Viejo Continente.
La hostelería mejoró notablemente a final del pasado año y aumenta las expectativas sobre la economía en su conjunto
Por si fuera poco, el despertar económico de China puede propiciar un incremento de los precios en la segunda mitad del año, lo que tendría un fuerte impacto en el consumo, reduciendo las buenas perspectivas que ahora le otorga la hostelería.