
Los tipos de interés en la eurozona han sido nulos desde 2011, en plena crisis de deuda, hasta el pasado mes de julio, cuando la inflación obligó al BCE a cambiar la política monetaria. Durante ese periodo los bancos españoles han cotizado a precios irrisorios, lo que ha llevado a las entidades a perder una media de un 7% de su base accionarial. Una disminución a todas luces reducida habida cuenta del poco atractivo del sector durante la última década y que la banca podría recuperar en breve. A ello contribuirá el sector mejorando su política de dividendos. Pero, además, el hecho de que los bancos nacionales aún cotice muy lejos de su valor en libros, a pesar de sus beneficios históricos en 2022, refleja un importante potencial bursátil que el inversor puede aprovechar.