No, no me he vuelto loco, simplemente espero de todo corazón un fuerte repunte del IBEX 35, y de la renta fija y la renta variable mundiales, pues los mercados alcistas brindan rentabilidades inesperadas de entre el 15 % y el 25 %, en ocasiones superiores. Si bien el clima de miedo en el que estamos inmersos abona el terreno para una sorpresa positiva, a medida que la sensación de alivio se vaya apoderando del fatigado mercado, dará paso a una buena racha.
En enero de 2022 anticipé que el año empezaría convulso, pero concluiría al alza. Según esta previsión, los resultados del cuarto trimestre serían sólidos aquí y en el resto del mundo, pero no vi venir que esa debilidad inicial sería la antesala de un mercado bajista en la eurozona ni que la caída de las acciones mundiales cruzaría la barrera del 20 % (en términos de dólares estadounidenses). Ahora bien, el persistente pesimismo hace que la mayoría desestime los aspectos positivos y espere algo peor, incluso tras el repunte de las bolsas en la zona del euro y en España a finales de 2022. Son presa del "pesimismo de la desconfianza" y, como dije el 8 de agosto, las acciones subirán en cuanto la realidad se imponga al catastrofismo.
En mi último artículo comenté que la inflación daba muestras de remitir, y nuevos datos lo confirman. En España, el IPC subió en diciembre un 5,6 % interanual, casi la mitad del máximo de julio, aunque el valor es ligeramente superior si excluimos los alimentos y los carburantes; en Estados Unidos también está descendiendo; y en el conjunto de la zona del euro y del Reino Unido, con peores registros, parece que tocó techo en noviembre. El menor temor a la inflación debería suponer un estímulo para las acciones y los bonos.
Por otro lado, los rendimientos de la deuda están estrechamente correlacionados a escala mundial. El bono estadounidense a 10 años, desde que alcanzó su punto más alto el 24 de octubre y a pesar de repuntar a finales de diciembre, ya ha cedido 39 puntos básicos. En Europa están cerca de sus máximos de octubre, pero esta tendencia cambiará en cuanto se modere la inflación. Así pues, con los rendimientos en niveles bajos, los precios de la deuda se recuperarán del golpe de 2022, cuando el grueso de los analistas se vio sorprendido por la correlación positiva entre los bonos y las acciones, devaluados en paralelo. En 2023 seguirá la sorpresa, pero esta vez al alza.
En octubre expliqué por qué las elecciones legislativas de Estados Unidos supondrían un factor alcista para los parqués mundiales en el cuarto trimestre de 2022 y en 2023. El bloqueo político, que finalmente se ha hecho realidad, es un indicador fiable del milagro que obra en los mercados cada tercer año de mandato presidencial, como es el caso de 2023. Tan es así que, desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 (cuando apenas cedió un 0,9 %), en estos períodos, el índice S&P 500 nunca ha bajado, y ha mantenido una rentabilidad media del 18,4 % en dólares estadounidenses desde 1925 (año a partir del cual contamos con datos fiables). Por si esto fuera poco, tras los nueve segundos años de mandato en que el índice cerró en rojo, como 2022, en el siguiente año consecutivo se disparó con rentabilidades medias del 28,7 % en dólares estadounidenses.
Además, el efecto del tercer año no se limita a EE. UU., sino que se extiende por todo el mundo. De hecho, la correlación de las bolsas de la zona del euro con el S&P 500 es igual a 0,81, un valor altísimo si consideramos que 1 representaría movimientos idénticos y 1, totalmente inversos; y la del IBEX 35, asimismo estrecha, es de 0,70.
Sin embargo, los más pesimistas afirman que la recesión está cerca, o incluso, que ya estamos en ella. Podría ser, pero los indicadores económicos, lejos de ser demoledores, muestran disparidad. Por un lado, la concesión de préstamos se mantiene en niveles muy sólidos, y, por otro, aunque la reapertura en China disparó la inquietud por un rebrote de la pandemia, según los primeros datos la variante que viaja desde el país es la ómicron, bien conocida en Europa. Al margen de estos reveses iniciales, la relajación de las restricciones en China es un factor alcista.
Mientras escribo este artículo en vísperas de Nochevieja, en España y en el conjunto de la zona del euro las bolsas han subido un 15,4 % y un 15,9 % respectivamente desde los mínimos de otoño, al tiempo que aumenta la obsesión por la recesión. ¿Acaso los mercados ignoran la realidad? No, pero ante la intensidad del pesimismo los mercados ya han descontado la recesión. Según una encuesta de The Conference Board, el 99 % de los directores generales europeos y el 98 % de los estadounidenses esperan que se produzca una recesión, lo que deja escaso margen para una sorpresa negativa. Anticiparse a los hechos mitiga sus efectos, conque, dadas las aciagas previsiones actuales, hasta una leve contracción económica podría superarlas y brindaría algo de alivio.
Históricamente, las categorías de acciones más devaluadas en los mercados bajistas son las que más se recuperan en los primeros compases de los mercados alcistas. La bolsa española se destacó frente al conjunto de Europa durante la racha negativa de 2022 gracias a su concentración en el sector de los servicios públicos, pero esta ventaja podría hacer que se rezague en cuanto bajen los precios de la energía. El sector financiero español también afronta contratiempos, ya que la rebaja de tipos de interés reduce los diferenciales crediticios. Por ello, debe orientarse al mercado internacional y fijarse en empresas de bienes de consumo discrecional, como los fabricantes de artículos de lujo suizos y franceses, y en los maltrechos valores tecnológicos, sobre todo estadounidenses. En cuanto al líder de 2022, el sector energético, la caída de los precios de las materias primas hará mella en sus cotizaciones.
El alivio no se hará esperar, prepárese para una recuperación tan grande como inesperada.