
Existe un gran tópico en el mundo de la inversión y es que pocos estrategas le dirán que será más fácil obtener rentabilidad el próximo año respecto a aquel que está a punto de cerrar. Sin embargo, 2023 parece excesivamente sesgado hacia el lado negativo. Y si no, miremos las perspectivas de rendimiento esperado por el consenso para el próximo año en la bolsa norteamericana, que pronostican unas caídas próximas al 5%. Para 2023, la gran mayoría de los analistas plantean un ejercicio dividido en dos partes. Una primera parte renqueante, que puede llevar a salidas de vía no deseadas en algunas economías y una segunda mitad del año en la que se revertiría este escenario.
Según nuestro análisis, dudamos de que esto vaya a suceder y creemos que podríamos salir más rápido de esta primera parte angustiosa del año "entre alambradas". Aunque esperamos en nuestro escenario base crecimientos nominales de la Eurozona próximos al 1% en 2023 (similares a los de USA) e inflaciones alrededor del 3,5%, creemos que algo se está cocinando por el lado positivo tanto en crecimiento como en inflación. Este análisis debe invitar a los inversores a mantenerse invertidos evitando dejar "pólvora seca".
A nivel de crecimiento, somos conscientes de todos los miedos y desequilibrios que pueden conllevar subidas de tipos que contrarresten los elevados niveles actuales de precios. Y también el miedo a una caída del sector inmobiliario. Sin embargo, pensamos que el mundo podría crecer por encima del 3% en 2023 vs el 4% registrado en 2022 y los argumentos son sólidos.
El sentimiento negativo procede en gran medida del convencimiento de que la actividad económica global tendrá que ser rescatada por los países emergentes, y en particular asiáticos, en 2023. Sin embargo, somos más positivos en este sentido y creemos que, si bien tardarán en hacer efecto las nuevas políticas sobre el confinamiento pandémico y el resurgimiento inmobiliario, estas aportarán un crecimiento de entre el 2% y el 2,5% a la economía china.
Respecto a Europa, es cierto que es uno de los grandes escollos que nos impiden visualizar 2023 con mayor claridad. No obstante, últimamente la tendencia parece estarse revirtiendo y las últimas encuestas muestran mayor optimismo por parte de los economistas. Hemos pasado de tener alrededor del 75% de economistas negativos respecto a Europa a rebajar esa cifra al 38%.
Nos parecen sumamente relevantes las políticas de ayudas públicas recientemente aprobadas y aplicadas a finales de 2022 y principios de 2023. No obstante, no sería de extrañar que, si la hoja de ruta mejora en los próximos meses, cerremos 2023 con cantos de sirena de mayor presión fiscal.
En cuanto a la inflación, nuestras proyecciones de corrección en los precios durante los próximos dos años conllevan la posibilidad de ver recortes de tipos a finales de 2023 (sobre todo para USA).
En este sentido, seguimos observando como los cuellos de botella se van solventando, la demanda sensible a la subida de tipos va minorando presiones y la desinflación por la caída de precios de la energía y las expectativas a largo plazo continúan bien ancladas. A final del segundo trimestre del 2023 podríamos tener un 40% menos de inflación que ahora, para acabar en el entorno del 3/4% en USA y Europa.
Cierto es que, si echamos la vista atrás, con todos los eventos no esperados de 2022, es complicado hacer cualquier tipo de previsión. Sin embargo, suceda lo que suceda, lo mejor es que nos encuentre con una cartera de inversión resistente.