
En pocas ocasiones, como en esta, ha habido una coincidencia tan unánime entre los analistas de toda condición en sus predicciones sobre el año que acabamos de iniciar. Un 2023 dominado por la continuidad de la guerra en Ucrania y la crisis energética, aderezado en España por las elecciones locales de mayo y generales de diciembre, con las incertidumbres derivadas del rebrote epidémico de China y que, todo apunta, será un año caliente en la política y problemático en la economía.
El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha advertido ya que la eurozona enfrenta a una "situación económica muy difícil", para añadir que "con una recesión en el horizonte, la elevada incertidumbre actual hace aún más difícil que las empresas y los empresarios distribuyan su capital". Medios próximos a la entidad que preside Christine Lagarde confirman que, las palabras de su vicepresidente son un anuncio, más que un aviso, porque el BCE necesita "una recesión en Europa para relajar el consumo y controlar la inflación sin necesidad de disparar los tipos de interés".
En línea con de Guindos, el Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales, ubicado en Londres, asegura que la actividad económica mundial entrará en contracción en 2023, a partir de la suba de tasas de interés por los principales bancos centrales,
En este contexto nadie, salvo el Gobierno, tiene dudas de que España entrará en una fase de estancamiento o crecimiento raquítico en torno o por debajo del 1% durante el primer semestre del año con una inflación complicada y crisis de empleo. Recodar que un crecimiento por debajo del 1% con la inflación en el entorno del 5 o 6% es, efectivamente, recesión.
En la misma línea la agencia europea de calificación crediticia EthiFinance Ratings ha actualizado sus previsiones de crecimiento de la economía española para el próximo ejercicio de 2023, al 1,1%, ocho décimas menos que lo previsto inicialmente, por el deterioro de la confianza de los agentes económicos, desde el punto de vista tanto del consumo privado como de la inversión. A esto se añade la pérdida de renta disponible de las familias, derivada de la subida de precios y la mayor carga financiera que deben soportar tras la subida de tipos de interés, además de la retirada de subvenciones, como la de los carburantes.
Una economía en crisis que, también todos los analistas, aventuran que será muy determinante sobre la intención del voto en un año electoral que, en España, tendrá su primera vuelta en las autonómicas y municipales de mayo y serán determinantes para el resultado de las generales, si como apuntan las encuestas el Partido Popular consigue aumentar sustancialmente su poder territorial. Baleares, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Extremadura o La Rioja son las comunidades que podrían engrosar los gobiernos del PP, además de conservar Madrid, con amplia mayoría, y Murcia.
Si el vuelco se produce y Feijóo gana también las generales el equipo del líder popular es consciente de que deberá afrontar una tormenta perfecta de cuatro crisis simultáneas: la ya comentada de la economía; la crisis constitucional para restañar los atentados que del sanchismo contra nuestra Carta Magna y el régimen del 78; la institucional para devolver el prestigio a las instituciones y acabar con el asalto que Sánchez y sus socios han realizado en el Poder Judicial, el Parlamento y el resto de organismos reguladores y contrapoderes a los que el Estado de Derecho exige plena independencia; y, como añadido, la crisis territorial centrada en la deriva del secesionismo catalán.
Un reto y unos resultados que, si confirman las encuestas, van a obligar a Feijóo a pactar inexorablemente con Vox. Algo que sus más allegados confirman que le "produce salpullido" pero que deberá asumir ante la prioridad absoluta de acabar con el sanchismo y recuperar la democracia y las instituciones. "Está hablado", afirman desde la sede popular de Génova, mientras que en el feudo socialista de Ferraz la gran incógnita está en saber si, en caso de debacle electoral en mayo, Sánchez será el candidato del PSOE en las generales o se inclinará por un exilio dorado en el refugio de la UE. "Su egocentrismo y su soberbia están por encima de los intereses del Estado y del partido", dicen en su entorno.
Pues eso, a esperar y ver, que aún queda mucho partido por jugar y los fundamentos son muy frágiles cuando se vive peligrosamente.