
Dando por sentado que nadie con sentido común y buena fe puede oponerse a las subidas salariales, y especialmente a las del Salario Mínimo, sí conviene recordar las palabras del recientemente reelegido presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, cuando afirmaba que "subidas salariales, sí; pero con cabeza". Una receta que la patronal española ha traducido en un incremento del SMI del 4% similar al que el Gobierno aplicará a los funcionarios.
En un país como España que tiene al 26% de la población, 12,1 millones de personas, en riesgo de pobreza y exclusión, con datos de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, y que lidera la tasa de paro de la UE, vincular las subidas salariales a la inflación con incrementos del 10% como exigen CCOO y UGT o en el entorno del 8% que defienden desde el Ministerio de Yolanda Díaz, sólo es generar más pobreza y desempleo, tal y como demostraba el informe Banco de España sobre la elasticidad del empleo al incremento del Salario Mínimo en el que se concluye que el aumento del SMI a 1.000 euros mensuales en 2022 tuvo "un efecto negativo sobre el empleo y en particular sobre los colectivos de menor productividad".
Afirmaciones que cuantifica el servicio de estudios de la patronal de las pequeñas y medianas empresas, Cpeyme, tras analizar la subidas registradas durante el periodo 2018-2022 para concluir que el encarecimiento del Salario Mínimo Interprofesional se ha traducido en la destrucción de 71.600 empleos y en la exclusión laboral de 145.900 trabajadores. En total, 217.500 empleos menos.
Las empresas españolas, especialmente las pymes y los autónomos, están asfixiadas por el aumento de los costes energéticos y de producción, la multiplicación de impuestos populistas y esquilmatorios, la subida de las cotizaciones sociales y la caída de las ventas, además de sometidas a un escenario de inseguridad jurídica por parte de un Gobierno que promueve tributos a la carta y leyes a la carta.
Recordar aquí los datos oficiales del Colegio de Registradores que muestran cómo los concursos de acreedores -las quiebras de toda la vida-, presentados por las empresas han crecido un 30% durante el tercer trimestre de este año con respecto a julio-septiembre de 2021, hasta 3.108, subrayando en el informe que el número de empresarios que están en grave situación de quiebra o suspensión de pagos ha subido más de un 80% anual.
A ello se añade que, pese a los cantos de sirena del Gobierno, los datos del INE confirman el estancamiento del PIB durante el tercer trimestre de este año, con una variación de sólo el 0,1% lo que, en un escenario de inflación en torno al 6%, se llama categóricamente recesión, afectando ya directamente a la creación de empleo y a la precariedad de los puestos de trabajo.
De hecho, si analizamos los datos de empleo del pasado mes noviembre, incluso admitiendo las cifras de Trabajo que tienen más cocina que las encuestas de Tezanos, vemos que se han realizado un total de 1,4 millones de contratos, un 29,5% menos que en el mismo mes de 2021. Caída que es consecuencia del cambio en la tipología de los contratos que eleva la contratación indefinida hasta el 45,18% del total pero que es tres puntos y medio inferior a la de octubre que fue del 48,66%.
Además, como muestra el último informe del servicio de estudios de USO el incremento de la contratación indefinida viene asociado también a un notable incremento de la contratación a tiempo parcial y de fijos discontinuos puesto que sólo el 15 % sobre el total de contratos celebrados en octubre son indefinidos a tiempo completo.
Mientras que siguen siendo una tónica habitual los contratos de duración inferior a una semana que suponen un 20,18 % del total de los realizados en noviembre, dos puntos más que en marzo fecha de entrada en vigor en su totalidad la última reforma laboral y un 35,5% sobre la totalidad de temporales, es decir más de uno de cada tres contratos temporales es de menos de siete días.
Y esto no es demagogia, sino el retrato exacto de una realidad que debería obligar al Gobierno y a unos sindicatos mayoritarios serviles y politizados si, parafraseando al refranero, las subidas salariales desmesuradas no se traducirán en pan para hoy y paro para mañana.