
Tras un mal 2022 especialmente para la renta fija, que cierra el año con las mayores pérdidas de su historia, el optimismo ha regresado a los mercados. Así, los gestores instan a tomar posiciones tanto en renta variable como en deuda para subirse a tiempo a una posible recuperación.
A pesar de estos buenos augurios, existen aún demasiadas incertidumbres de cara al próximo ejercicio. La más importante es la inflación, que obliga a los bancos centrales a mantener su agresividad con las subidas de tipos. Esto impactará en la actividad y en la economía. Por si fuera poco, en marzo comienza la retirada de balance del BCE, lo que puede afectar a la deuda, elevando las primas riesgo. Todo ello deja claro que el mercado aún no se librará de los sustos en el próximo 2023.