
Este 2022 que se encamina a su fin, ha sido un año muy complicado para prácticamente todas las clases de activos, pero especialmente dramático para la renta fija, que ha sufrido pérdidas no vistas en décadas del entorno del 15%.
De cara al próximo año el escenario para los inversores es mucho más prometedor. Así lo refleja la encuesta que Efpa, la asociación europea de asesores financieros, elabora para elEconomista.es. No en vano, sólo una décima parte de los 354 expertos consultados asegura que reducirá su exposición en renta fija (13%) y en bolsa (10%). Por el contrario, el 44% de los asesores se expondrá más a los bonos y el 39% a la renta variable. Estos altos porcentajes evidencian el optimismo de los gestores con el mercado para el próximo año. Sin duda, existen argumentos para ello. Para empezar, las bolsas ya han descontado el deterioro económico motivado por los incrementos de tipos de interés de los bancos centrales y pronto empezará a cotizar la recuperación que algunos economistas ya atisban para el segundo semestre de 2023. A ello hay que sumar las buenas perspectivas de los beneficios empresariales. En cuanto a la renta fija, la estimación de rentabilidad para una cartera diversificada a nivel global (3,6%) eleva el atractivo de este mercado. Todo ello aconseja tomar posiciones para no perderse la recuperación de los mercados. No obstante, el inversor también debe tener en cuenta que la persistencia de la guerra en Ucrania sigue impactando en los precios, lo que obligará a los bancos centrales a mantener su agresividad monetaria en 2023 para frenar una inflación que, al menos en Europa, sigue fuera de control. Esto pasará factura al crecimiento económico y, en consecuencia, a los mercados.