
El empeño de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en endurecer el despido no sólo ha dañado, quizá irreversiblemente, el diálogo social.
También amenaza la llegada de los fondos europeos de recuperación. España se comprometió con Bruselas a que la reforma laboral modernizaría la negociación colectiva sin introducir "obstáculos desproporcionados" a los ajustes de las empresas ante las dificultades. Justo lo que ha hecho a través de su acuerdo con Bildu para que la Inspección "controle" las causas de los despidos colectivos. Un paso atrás que puede llevar a la Comisión a bloquear el próximo tramo de las ayudas del Plan de Recuperación que España acaba de solicitar. Un precio demasiado alto para una ocurrencia irresponsable.