
Las bases máximas de cotización se han incrementado casi un 20% desde 2010, sin que ello haya repercutido en una compensación equiparable en las futuras pensiones de los que perciben salarios más elevados.
Esta falta de equidad en el sistema ya amplió del 23% al 32% el diferencial entre la aportación de los sueldos más altos y la prestación que recibirán cuando se jubilen. A pesar de ello, el Ministerio de Seguridad Social propone a los agentes sociales un incremento de las bases de cotización de 35 puntos hasta mitad de siglo, mientras el límite de las pensiones subirá diez veces menos. De hecho, será a partir de 2050 cuando los planes del ministro José Luis Escrivá dibujan una subida del 30% de la pensión máxima, según recoge el borrador de la segunda parte de la reforma de las pensiones. Es decir: el Gobierno no solo pretende seguir impulsando el castigo a las rentas altas, dañando la atracción de talento y la inversión, sino que además retrasa la reversión de ese daño a más allá de 2050. Salta a la vista que es imposible asegurar ahora el cumplimiento de una medida a tan largo plazo, que deberá tomar otro gobierno en un contexto económico ahora totalmente imprevisible. La propuesta, por tanto, es un inaceptable brindis al sol que no garantiza la compensación del esfuerzo que se les exige a las rentas más altas ya desde 2025 y que se suma al ya acumulado de la última década.
La propuesta de Escrivá de retrasar a 2050 la compensación del alza de cotizaciones máximas castiga a las rentas altas
Por si fuera poco, la medida atenta contra el principio de contributividad que es la base del sistema de pensiones y que está incluido en la Constitución. Es por ello acertado que los agentes sociales rechacen esta propuesta e insten al Ministerio a revisarla. Un encargo que el ministro Escrivá debería acometer de inmediato.