
Hace dos meses los mercados reaccionaron con dureza ante el paquete fiscal de Liz Truss. Los bonos se desplomaron y el interés de la deuda se disparó. Solo la dimisión de la premier británica y la intervención del Banco Central de Inglaterra permitió cerrar la crisis.
El Banco de España advierte que desde entonces la sensibilidad de los mercados financieros se ha agudizado, y el foco se ha cerrado en torno al desvío del gasto público de los países. De ahí que incluso tema un episodio similar a lo ocurrido en Reino Unido si España no corrige su deuda. Algo que no parece que vaya a ocurrir en el corto plazo. De hecho, el organismo no prevé que el pasivo de nuestro país baje del 110% hasta 2024. Ello se debe a la política económica basada en el aumento del gasto público del Gobierno, que hace que esta partida se haya incrementado un 41% (122.000 millones) desde 2019. Por si fuera poco, los Presupuestos del próximo año ahondan en esta tendencia que no podrá ser compensada con una nueva recaudación récord por la ralentización de la economía. Esto supone un grave error en un contexto de alza de tipos de interés en la eurozona que encarece la financiación. Pero se convierte en una absoluta temeridad en un momento en el que la incertidumbre económica ha aumentado la aversión al riesgo en los mercados financieros internacionales.
El alto endeudamiento es un grave riesgo en un contexto en el que los mercados aumentan su aversión al riesgo
Ante este peligro, y tal y como indica el Banco de España, las medidas de política fiscal deberían ser temporales y centrarse en los hogares de rentas más bajas, que son los que más padecen el impacto de la inflación, y en las empresas más vulnerables a esta perturbación. Un rotundo mensaje que el Gobierno debería escuchar para evitar un incremento adicional del déficit público que sitúe a nuestra economía en peligro.