
El Gobierno presentó ayer su nuevo paquete de medidas fiscales con el que pretende aliviar los problemas que la inflación genera en las rentas bajas y en las pymes. Como ya se había anunciado, serán las grandes empresas y los mal llamados ricos los encargados de financiar las rebajas de tributos.
En concreto, Hacienda espera recuadar con el impuesto temporal a las grandes fortunas 1.500 millones. Asimismo, la limitación en un 50% de la posibilidad de compensar las pérdidas de las filiales en los gigantes empresariales generará unos ingresos de 2.439 millones. Por último, el aumento de la tributación para las rentas de capital superiores a 200.000 euros otorgará otros 204 millones. En total, el golpe a las empresas y a la clases más acaudaladas alcanzará los 4.143 millones. Un hachazo con claro tinte electoralista que, además, no estimula la economía, ya que recae sobre aquellos que más recursos tienen para invertir. Con todo, lo peor es que el plan fiscal del Gobierno está descompensado, ya que los ingresos extra casi doblan el efecto de 2.300 millones que la rebaja tributaria tendrá para las pymes y los autónomos. De hecho, la reducción en el IRPF para los trabajadores por cuenta propia y en Sociedades para las pequeñas empresas solo generarán un alivio de 184 millones y 292 millones, respectivamente.
El alza impositiva a las grandes empresas y a los ricos casi duplica la rebaja tributaria a pymes y a las claves vulnerables
A la vista está que más allá de confirmarse el injusto castigo a los ricos, las rebajas impositivas para las empresas y las clases más vulnerables son a todas luces insuficientes. Sin duda, el Gobierno debería haber sido mucho más agresivo y acometer una reducción más global de impuestos, incluyendo la deflactación del IRPF, que tendría que haber compensado con importantes recortes del gasto público superfluo.