
Rebajar impuestos prácticamente siempre tiene un coste recaudatorio. Pero, rebajar impuestos a decenas de millones de contribuyentes, aún más. Por eso, las propuestas de rebajar impuestos a todos los contribuyentes del IRPF tienen un coste muy importante. Cabe recordar que el IRPF es el tributo más importante, y recaudatorio del sistema fiscal. Por eso, reducir el primer tramo del IRPF tiene un coste recaudatorio importantísimo, simplemente porque todos los contribuyentes pasan por el primero tramo, incluso los que más ganan. Y en una crisis inflacionaria no se pude dejar el déficit sin control.
Sin embargo, en las medidas anunciadas ayer por el Gobierno, hay una rebaja del IRPF, que afectará previsiblemente a varios millones de contribuyentes: la reducción del tramo decreciente de la reducción por rendimientos del trabajo. La pérdida de recaudación estimada es de 1.881 millones de euros en dos años. Pero, esto se debe a que sólo se benefician de la rebaja de impuestos los contribuyentes que obtengan rendimientos del trabajo, y además ganen menos 21.000 euros. Esto permite que la rebaja de impuestos se pueda pagar, pero al mismo tiempo que cada beneficiario individual tenga una rebaja perceptible.
En realidad, esta medida es muy similar a la rebaja realizada en 2018 y que se incluyó en los presupuestos generales del Estado del mismo año. Fue impulsada por Ciudadanos para apoyar los presupuestos, elaborados por el PP y que luego aplicó, tras la moción de censura, el nuevo Gobierno del PSOE. Entonces, se incrementó esta reducción por rendimientos del trabajo, de tal forma que un contribuyente que ganase 14.000 euros, procedente de rendimientos del trabajo, ya no tuviese que pagar IRPF en la mayoría de los supuestos.
Ahora, según la información facilitada por el Ministerio de Hacienda, parece que este umbral pasará a 15.000 euros al año. Esta medida, al igual que en 2018, permite reducir la denominada "cuña fiscal", es decir, la diferencia entre lo que un trabajador cobra, y el coste que supone para su empleador. Y esto es positivo, no solo para la justicia social, sino también para la creación y el mantenimiento del empleo, en aquellos trabajos que están peor remunerados. No se puede olvidar que, ahora, a diferencia de 2018, soportamos una inflación muy elevada. Por eso, un aumento de la retribución inferior al 7% u 8%, en la práctica supone para el trabajador perder poder adquisitivo, es decir renta real. Si con menos renta real se acaba pagando un mayor porcentaje de impuestos, nos enfrentamos a la temida e injusta "progresividad en frío". Y por supuesto, este aumento real de impuestos con la misma o menos renta real, es mucho más perjudicial en las rentas más bajas. Por eso, esta medida de aumento de rebaja fiscal a las rentas bajas, incluso a falta de conocer la letra pequeña, sólo puede tener una valoración positiva, aún más que la de 2018, y se lo dice uno de sus impulsores, como cuento en mi libro ¿Hacienda somos todos?