Mijaíl Gorbachov no entendió que la Unión Soviética estaba acabada. No quería el final de la URSS. Intento mantener el Partido Comunista de la Unión Soviética, el llamado PCUS. Pero no pudo.
Su primer impulso reformista se debió a su convencimiento de la bancarrota de la economía soviética. Quería reformas económicas y algunas políticas pero, insistimos, no buscaba acabar con la URSS. La Unión Soviética tenía una argamasa que la mantenía. Era el PCUS. Así podía coexistir ese régimen con teóricas repúblicas federadas. Lo importante era lo que el Comité Central comunista mandaba, no lo que decidían los Gobiernos de las diferentes repúblicas.
Por eso Gorbachov quiso mantener el PCUS. Sabía que el PCUS era la argamasa del entramado político de esa Unión Sovietica. Pero de los sucesivos secretarios del Comité Central del PCUS fue el primero que había estudiado en la Universidad (era licenciado en Derecho) y no en la Escuela del Partido. Quizás, eso le impidió mantener la existencia de esa argamasa necesaria para mantener un territorio enorme salido de la revolución comunista y las dos guerras mundiales de 1914 y 1939.
Boris Yeltsin dio la puntilla a la URSS con la defensa de Rusia como nación, la aparición de la bandera de la Federación Rusa y la consolidación de las diferentes repúblicas independientes. Entre ellas Ucrania, parte del imperio zarista que hoy el Gobierno ruso desearía mantener bajo su mandato. Yeltsin acabó decretando la desaparición del Partido Comunista. Eso sí fue la puntilla de lo que empezó con la revolución de 1918.
Tampoco Gorbachov entendió la Rusia eterna. La de la "Tercera Roma". La del imperio de los zares. La que dominaba desde el Atlántico al Mar del Japón en el norte Euroasiático. La que sigue siendo un orgullo para cualquier ruso. Lo que Putin está utilizando a favor de su consolidación del poder es el recuerdo de esos dos orgullos rusos. Los dos imperios: el zarista, y soviético.
Por eso, Gorbachov es controvertido en su país de origen. Máxime con un Vladimir Putin ávido de poder y gloria. Rusia en ese concepto es una nación creada por vikingos varegos eslavizados comerciantes y militares (a veces mercenarios) que se extendieron al este para dominar amplios espacios.
Fuera de Rusia la percepción es diferente. Con Gorbachov, los dirigentes conservadores de Estados Unidos y Reino Unido (Ronald Reagan y Margaret Thatcher) pudieron dar por concluida la "guerra fría", que fue más fría que guerra. Nunca se enfrentaron directamente Occidente y la URSS durante ella, aunque hubo luchas localizadas para consolidar influencias en otras partes del mundo.
Con Gorbachov se acabaron estas disputas e, incluso, hubo cooperación entre estos dos bloques mundiales. Fue una época de paz mundial en términos generales. Las guerras eran muy, muy locales y el peligro de una conflagración general estaba muy, muy lejos.
Ahora el espejismo se ha ido. La guerra ya no es tan local. En Ucrania, Estados Unidos junto con Reino Unido y la Unión Europea están enfrentadas a Rusia con la intermediación de Ucrania, su presidente y sus soldados (que ponen la carne de cañón). Quizás porque Gorbachov no acabó de entender ni el final la Unión Soviética, ni la pervivencia de la Rusia eterna.
Gorbachov ha muerto. Descanse en paz. Las reacciones en Occidente y Rusia demuestran sus aciertos y sus errores.
A Gorbachov se le debe la recuperación de muchas democracias y un importante paréntesis de paz mundial, aunque sus errores llevaban la semilla de la violencia que ahora nos amenaza.