
La vicepresidenta alienta las protestas contra la patronal mientras promete subir el SMI como "nunca antes".
Apenas falta una semana para que el Ministerio de Trabajo reúna a su comité de expertos sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Desde principios de este mes, está descontado que la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, hará que ese encuentro sea el primer paso para volver a elevar esa retribución en 2023. Pero la también ministra de Trabajo se afana por rodear de mayor expectación ese encuentro, hasta el punto de que anunció que el incremento que persigue será "mayor que nunca". En otras palabras, el objetivo, hasta ahora perseguido, de que el Salario Mínimo llegue al 60% del salario promedio al final de esta legislatura le parece a Díaz modesto y se fija como nueva meta rebasar ese porcentaje. Se abre así la puerta a un incremento aún más precipitado y cuantioso del SMI que los precedentes, pese a que España es ya el país de toda la UE, con la única excepción de Lituania, que más lo ha subido (por encima de un 30% desde 2019). Pero la vicepresidenta fue más allá de incrementar su propuesta sobre el Salario Mínimo y se alineó expresamente con las movilizaciones que los sindicatos planean para forzar a la patronal a que acepte esta política. También en este ámbito Trabajo llega más lejos que nunca ya que no sólo advierte a las organizaciones empresariales del riesgo de que queden fuera del acuerdo (como ya ha ocurrido en el pasado reciente), sino que las presiona alentando las protestas en su contra. Díaz redobla así su órdago con el propósito de convertir las alzas del SMI en el principal aval de la plataforma electoral con la concurrirá a las elecciones de 2023. Y lo hace de modo irresponsable, asfixiando a las empresas con costes laborales aún más altos que los que ahora soportan.