Opinión

Secretos oficiales y negocios privados

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Afirmaba el físico de origen húngaro Edward Teller, huido de las persecuciones de la Alemania de Hitler, que la "la mejor arma de la dictadura es el secreto". Y sirvan estas palabras de alguien que vivió y sufrió en sus propias carnes la barbarie del nazismo para reflexionar sobre la deriva del sanchismo gobernante en su estrategia usurpar las libertades, que ahora avanza a lomos de ese proyecto de Ley de Secretos Oficiales mediante el que se pretende ampliar la potestad de ocultar documentos hasta en una veintena de altos cargos, con amenazas de multas millonarias a los medios de comunicación y a sus profesionales.

Una nueva ley mordaza de muy dudosa constitucionalidad, que el Gobierno pretende aprobar sin pedir ningún información al Consejo de Transparencia, el organismo independiente encargado de velar por el acceso de los ciudadanos a la información pública, y que supone un nuevo asalto a los controles democráticos y un atentado contra la libertad de prensa y el derecho a la información al más puro estilo de dictaduras bananeras de Latinoamérica.

En las democracias parlamentarias la división de poderes es una propiedad consustancial del Estado de Derecho y en la España de hoy, con un Ejecutivo abusando del Decreto-Ley, y un poder Legislativo despreciado y sometido, sólo el poder Judicial y ese cuarto poder que dicen es la Prensa ejercen como controles a las marcadas inclinaciones totalitarias del Gobierno. Y ambos son ahora el objetivo de las ambiciones dictatoriales del sanchismo. El primero a través de la colonización del Constitucional y del Consejo del Poder Judicial con magistrados sumisos y el segundo mediante esa alarmante "involución democrática" como la ha calificado el presidente de la Federación de Periodistas de Radio y Televisión, Juan Ignacio Ocaña, el proyecto de ley de secretos oficiales.

Añadido a estas maniobras autocráticas, este interés por el control de la Justicia y el intento de silenciar a los medios de comunicación y a sus profesionales vuelven a reavivar las sospechas sobre ¿de qué se quiere blindar judicialmente el Presidente y qué quiere ocultar? Y es aquí cuando en círculos parlamentarios y periodísticos se recuerda que el diario digital France Soir, en un artículo publicado el 12 de junio, vinculó la crisis diplomática con Argelia con los negocios en Marruecos de Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez, insinuando además que la decisión del Gobierno español de aceptar la posición marroquí sobre el Sáhara podría estar relacionada con el espionaje del teléfono móvil de Sánchez a través de Pegasus y las informaciones "comprometedoras" encontradas supuestamente por los servicios de inteligencia marroquíes.

Son sólo dos pinceladas de los varios asuntos oscuros que permanecen sin aclarar

Sea como fuere, lo cierto es que Begoña Gómez dirigió hasta febrero de este año el África Center, principal centro de formación de directivos en Marruecos. Y que a través de este cargo tuvo acceso a múltiples e influyentes contactos en el país magrebí con la intermediación de la vicepresidenta de APD Marc, Miriem Bensalah Chaqroun, considerada como la mujer más poderosa de Marruecos y que tiene intereses en Canarias.

Y fueron también informaciones periodísticas las que a principios de este 2022 el Gobierno de Pedro Sánchez concedió 701.141,22 euros en once ayudas públicas a Plásticas Playbol SL, la empresa que gestiona la fábrica de plásticos de los padres del jefe del Gobierno. Son sólo dos pinceladas de los varios asuntos oscuros que permanecen sin aclarar durante los gobiernos del sanchismo, como el rescate con 53 millones de la aerolínea venezolana Plus Ultra, o la justificación de esos 158 millones en publicidad institucional para medios de comunicación que apoyen la labor del Gobierno ante el año electoral que viene, o el récord de incumplimientos a la Ley de Transparencia que ostenta el Ejecutivo de Pedro Sánchez denegando indebidamente expedientes solicitados por los ciudadanos en más de 1.200 ocasiones.

Decía el que fue primer presidente de EEUU, George Washington, que "si nos quitan la libertad de expresión nos quedamos mudos y silenciosos y nos pueden guiar como ovejas al matadero". Pues eso, blanco y en botella.

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