
Las opiniones más precipitadas defienden que se abre un nuevo escenario de prosperidad para la banca europea, ahora que la era de los tipos nulos o negativos acabó, lo que sólo puede beneficiar la rentabilidad de las entidades.
El sector financiero, sin embargo, no es ajeno a la compleja coyuntura actual y es lógico que el BCE reclame a los bancos bajo su supervisión que analicen el impacto de los cortes del suministro de gas procedente de Rusia. No es un riesgo lejano, como evidencia el anuncio de Gazprom de que interrumpirá, durante tres días, el bombeo a Alemania. Medidas así constituyen un golpe en la línea de flotación de miles de empresas y eso amenaza con elevar los niveles de impagos y morosidad crediticia. Resulta así muy posible que los bancos necesiten nuevas provisiones.