Opinión

Emancipación de los jóvenes

La demografía española, diga lo que diga el Ministerio que debería ocuparse de estos fenómenos, es hoy un grave problema que tiene su origen en la evolución, que viene observándose desde hace ya muchos años, de la fecundidad y cuyo índice más utilizado es el número de hijos por mujer, conocido también como Índice Sintético de Fecundidad (ISF). Pues bien, ese Índice es hoy uno de los más bajos del mundo, 1,26 en 2019, cuando en el año 1976 era de 2,77 (los demógrafos estiman que para que la población no decrezca ese índice debe estar por encima de 2,05). Tan bajo nivel en la fecundidad trae consigo inexorablemente un crecimiento en el índice de envejecimiento.

Se suele usar como índice de envejecimiento la proporción de personas mayores de una edad x (generalmente x =65 años) respecto a la población total, mientras que la longevidad se mide por el número de personas mayores de esa edad x.

Pues bien, en el índice de envejecimiento apenas influye la mortalidad observada en el tiempo anterior al momento en el que se realiza la medida, mientras que en la longevidad (número de personas mayores) el peso de la mortalidad es determinante.

¿Tan baja fecundidad tiene su origen en los deseos de las mujeres? No parece que sea esa la razón, pues los deseos de tener hijos de las mujeres españolas en edad fecunda se colocan -según las encuestas de fecundidad de Eurostat, que en España realiza el INE- por encima de los niveles de reposición (2,05 hijos por mujer). Deseos que no llegan a realizarse ni de lejos.

Una vivienda propia será cada vez más inalcanzable para quien quiera salir de casa de sus padres

Desde luego, el bajo nivel de la fecundidad española responde a variados y complejos factores, como son la inestabilidad familiar (o de las parejas) con una muy alta divorciabilidad y una decreciente nupcialidad. En cuanto a los condicionamientos sociales, se pueden señalar, reduciendo mucho, el escaso apoyo económico a la natalidad, la baja defensa profesional que reciben las mujeres y la desigual distribución (hombre vs mujer) en las labores hogareñas. Además, el alto paro juvenil, los bajos salarios en edades tempranas y los elevados costes de la vivienda conducen a una emancipación cada vez más tardía.

Para concluir, fijemos la atención en la tardía edad de emancipación, asunto sobre el que el Consejo de la Juventud emite anualmente un informe desde su Observatorio de la Emancipación. La semana pasada hizo públicos los últimos datos referidos al segundo semestre de 2021, que con respecto al primer semestre de ese mismo año han variado: el porcentaje de personas de entre 16 y 29 años que viven fuera del hogar familiar subió al 15,8% en el segundo semestre, frente al 14,9% del primer semestre. La tasa de paro juvenil cayó 5,2 puntos desde el primero al segundo semestre, situándose en el 23,6%, la cifra más baja desde 2008.

En cualquier caso, la tasa de emancipación de los jóvenes españoles sigue estando muy por debajo de la media europea y el perfil de quien se emancipa es el de un joven que tiene ya 29 años. Dado que en los últimos tiempos los tipos de interés y, por tanto, las hipotecas han subido, lo más probable es que las viviendas sean cada vez más inalcanzables.

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