
La profunda reestructuración acometida por la banca desde 2008 hace que uno de cada cinco despidos contabilizados por la industria en la zona euro tengan origen español.
Han desaparecido 112.201 puestos de trabajo y solo Alemania supera el censo, con 158.733. El proceso es espejo al drástico redimensionamiento de sucursales, cuya red se ha retrotraído a 1976. Su detonante fue la búsqueda de eficiencias para sujetar unos márgenes carcomidos por impagos y el ladrillo en una crisis que, además, mermó el negocio.
El esfuerzo prosiguió con las sucesivas crisis y la necesidad de elevar la rentabilidad en un escenario de tipos negativos desde 2016, que ahora cambia, sin que puedan concluirse que el ajuste llega a su fin porque se multiplican las incertidumbres.