
El nuevo impuesto que el Gobierno aplicará a los supuestos beneficios extraordinarios de los bancos solamente tiene un parangón en la UE, representado por Hungría.
El Gobierno de Sánchez se coloca así en paralelo al cuestionado Ejecutivo del primer ministro Viktor Orban, mientras discurre a contracorriente, en materia de medidas fiscales, con respecto a la inmensa mayoría de los integrantes de la Unión.
Una política basada en alzas de impuestos siempre resulta contraproducente en tiempos de crisis como los actuales. Pero el impuestazo a la banca todavía se revelará más pernicioso, considerando que implica una doble imposición con respecto a Sociedades al tiempo que supondrá un serio obstáculo a la concesión de crédito.