
El pasado año se construyeron en Europa 11 GW de nuevos parques eólicos, una cantidad insuficiente frente a los 32 GW anuales que se necesitan para alcanzar el objetivo del 40% de energía renovable para 2030.
Esta baja producción, agravada por las barreras arancelarias que países como EEUU o China imponen a las importaciones, ha hecho que la industria eólica europea atraviese una crisis sin precedentes. Ante esta situación, es comprensible que el sector pida auxilio a Bruselas, ya que la regulación comunitaria es la causa principal de que las inversiones se hayan paralizado. Es necesario terminar con unas trabas que frenan el desarrollo de los parques y que resultan incomprensibles si Europa pretende impulsar la transición verde.