
¿Son las 'Startups' parte del tejido empresarial español? Sí… pero parece que no. Sin duda somos una realidad, creamos innovación y empleo, riqueza y nos internacionalizamos llevando la Marca España a otros países. Sin embargo, no existimos como figura legal diferenciada y, por tanto, las necesidades del sector no están siendo del todo cubiertas por las administraciones públicas.
Como parte del 'TopTen FinTech 2020'* y desde el Grupo de Reflexión 'LegalTech', hemos analizado la realidad, a nivel legal, de las 'startups' en España y más concretamente a las 'Startups FinTech'.
Está claro que el concepto 'startups' ya no es nuevo, pero todavía nos queda mucho camino por andar en cuestiones de tributación, inversión, ayudas…
El objetivo de esta iniciativa es dar a conocer la problemática de este tipo de compañías y sensibilizar a la Administración Pública (nacional, autonómica y local), así como proponer cambios normativos que podrían favorecer o contribuir al ecosistema.Se trata de poner las primeras piedras para, entre todos, avanzar.
Reconocimiento legal
Actualmente, no existe un reconocimiento legal de la startup como entidad diferenciada del resto de empresas. No somos pymes, ni cooperativas, ni, por supuesto, empresas tradicionales.
Por nuestro tamaño y a todos los efectos, nos encuadramos en la primera categoría y, sin embargo, una startup es mucho más o, al menos, algo bastante distinto por organización, por funcionamiento, por filosofía, por objetivos, por metodología, por financiación y por modelo de negocio.
Esto significa que nos encontramos frente a un marco jurídico hiper regulado, rígido e ineficaz que penaliza todo aquello de lo que precisa una'startup' tanto en su creación, como en su evolución o en su funcionamiento diario.
Si somos, por definición, organizaciones ágiles, digitalizadas, rápidas y flexibles, demandamos una Ley que reconozca estas particularidades, que simplifique los trámites para la creación y el registro, que flexibilice su evolución, que facilite la actividad y que permita un funcionamiento seguro a la vez que ágil.
Empecemos por aquí.
Marco tributario
No menos importante sería regular las cargas tributarias correspondientes, que consideramos deberían ser diferentes del resto del tejido empresarial.
¿Por qué? Una 'startup' parte normalmente de una idea, que implica desde el inicio un alto coste en personal y desarrollo, y que siempre incluye el uso intensivo de la tecnología para la creación de un producto en mayor o menor medida escalable que aporta una respuesta o solución digital a una carencia o problema existente.
Para llevarla a cabo se necesita un personal muy cualificado (casi siempre ingenieros), y también añadir toda una serie de servicios (internos o externos) altamente especializados (marketing, legal, financiero, analytics, producto, etc.) que lleven a cabo el desarrollo del proyecto.
Un considerable gasto sin obtener a cambio un mínimo retorno hasta alcanzar al menos un producto mínimo viable (MVP) que lanzar al mercado. Sin contar la gran inversión en I+D+i necesaria y contínua.
La adaptación de la tributación a estas características, al contrario de lo que se pueda pensar, no supondría un coste para la Administración sino, en todo caso, una pérdida de ingresos a corto plazo que quedaría compensada con otra serie de beneficios – empleo, innovación, marca España – y que a medio o largo plazo es susceptible de generar importantes beneficios para las arcas públicas a través de la fiscalidad generada por Startups consolidadas.
Inversión y ayudas
Aunque es cierto que existen multitud de ayudas públicas, tanto nacionales como autonómicas (CDTI, Enisa, CEIA, IDEA, etc.), además de otras tantas de iniciativas privadas, estas ayudas se encuentran por lo general descentralizadas y dispersas, su solicitud es compleja, la burocracia asfixiante y a menudo suelen llegar cuando ya no son necesarias bien porque el proyecto ha tenido éxito o lo que es peor, porque ha fracasado en el intento.
Las Startups hemos de recurrir, por tanto, a fondos propios o a inversores privados. Incluso en este caso es difícil, ya que esos inversores suelen buscar un retorno económico en el corto plazo y una 'Startup' es, por definición, una inversión de alto riesgo.
Sin contar la falta de beneficios fiscales para esos inversores tanto en el momento de la inversión como de la desinversión, lo que termina en muchos casos por desincentivarles. Un modelo ideal supondría tener acceso a una financiación pública para luego, con un mínimo desarrollo, poder acudir con una mayor fortaleza a la financiación privada.
Otros países de nuestro entorno bonifican de forma mucho más generosa las inversiones en startups y, en algunos casos, incluso plantean exenciones sobre la totalidad de los beneficios bajo determinadas circunstancias.
Apertura a la innovación
Además de un marco tributario adecuado para las startups, facilitar los incentivos a la inversión y las ayudas cuando sea necesario, habría que lograr romper con la rigidez del sistema económico y las reticencias de la propia Administración a permitir modelos de negocio innovadores o disruptivos.
Más veces de las que quisiéramos nos encontramos con barreras regulatorias que impiden o dificultan la implantación de nuevos productos y servicios que, por novedosos, no encuentran cabida en la legislación vigente. Por esta razón a veces las 'startups' pueden verse obligadas a operar con licencias extranjeras o incluso a retirar sus servicios y mudarse a otros países (o a otras Comunidades Autónomas).
Sea como sea, tan importante como la aprobación de las medidas en sí, es la correcta definición y configuración de las mismas, de modo que las Administraciones Públicas eviten la tentación de seguir la línea de nuestro anquilosado e híperregulado ordenamiento jurídico y se deje guiar por los principios de flexibilidad, agilidad y rapidez que inspiran a las startups, creando normas accesibles, claras y de fácil implementación de las que puedan beneficiarse rápidamente el mayor número de nuevas proyectos y empresas de base tecnológica.
Las Startups somos generadoras de empleo y creamos valor en la sociedad, impulsemos el cambio entre todos para que todos avancemos.
*El 'TopTen FinTech 2020' está compuesto por Aplázame, Bnext, Creditea, Finizens, Housers, Life.Box, N26, October, Tesoriza y Woonivers.