Opinión

No le des más vueltas: es el desempleo lo que mueve la desigualdad en España

El debate sobre el crecimiento de la desigualdad de rentas se ha convertido en uno de los temas más importantes en la agenda política de los países desarrollados. El cambio tecnológico, la globalización del comercio y de los movimientos de capital, o, los cambios en las estructuras impositivas son los principales sospechosos a la hora de analizar los cambios en la distribución de riqueza en las economías. En España, sin embargo, es el desempleo el principal factor que explica la evolución de la desigualdad.

Hay muchas formas de medir la desigualdad, y ninguna de ellas perfecta, pero unos de los medios más utilizados es el coeficiente de Gini. Se llama así por su inventor, Corrado Gini, un estadístico y sociólogo italiano que allá por 1912 busco un método sencillo de medir la desigualdad de renta. El coeficiente alcanza valor 0, cuando la renta se distribuye igualitariamente en la sociedad, y 100 si toda la riqueza está en manos de un único individuo. Por tanto, cuanto más bajo sea el valor más igualitariamente está distribuida la renta en la sociedad, cuanto más alto lo contrario.

El coeficiente de Gini para España en 2018, último dato publicado por el INE, está en 32,4. ¿Esta cifra donde nos sitúa?, ¿es España un país más o menos desigual que otros? Para que nos hagamos una idea, las sociedades más igualitarias del planeta, los países nórdicos tienen un Gini entre 25 y 30. Dentro de la OCDE, EE.UU. tiene un coeficiente cercano a 40, Alemania y Francia 29, Reino Unido 33 e Italia 33,… Es decir, España está en un lugar intermedio entre los nórdicos y EE.UU. Cerca de otros países europeos como Italia y Reino Unido, y algo más desigual que Alemania o Francia.

Desde el 2014 hasta el 2018 tanto la desigualdad como el paro han disminuido 

Pero tan interesante como saber dónde nos situamos, es analizar como ha evolucionado la desigualdad en el tiempo. El siguiente gráfico puede resultar ilustrativo. En el se relaciona la tasa de paro, medida a través de la encuesta de población activa del INE, con el índice Gini para España. Como se puede apreciar, la renta en España estaba mejor repartida en los años en los que el desempleo es bajo. De hecho, el Gini más bajo corresponde a los años previos a la crisis (2005 a 2007) cuando la tasa de paro era muy baja para estándares españoles, por debajo del 10%. A medida que entramos en recesión, y se dispara la tasa de desempleo, también aumenta la desigualdad. Así, el máximo de desigualada se alcanza en el año 2013, que también fue el máximo de desempleo con un 26%.

Con la recuperación de la actividad y la disminución de la tasa de paro a partir de 2014, también, poco a poco comienza a mejorar la distribución de renta. En los años 2014 a 2018 se aprecia una caída conjunta del desempleo y de la desigualdad. En 2018 ya se alcanza en nivel de distribución de 2007, y en 2019 seguramente veremos una mejora de los registros de desempleo y por tanto también de los de desigualdad.

La relación entre desigualdad y desempleo en España es tan estrecha que la tasa de desempleo por sí sola es capaz de explicar el 84% de la variación en la distribución de la renta. Comparado con el desempleo el resto de factores que pudiera explicar la distribución de renta son muy poco relevantes.

Relación entre desigualdad y empleo

La conclusión que obtenemos es clara, si la variable que con diferencia mejor explica la evolución de la distribución de la renta es la tasa de desempleo, las políticas económicas orientadas a la creación de empleo son la clave para garantizar una mejor distribución de la renta. De hecho, en los países nórdicos las tasas de actividad y de ocupación son muy altas, por lo que no son sólo las políticas sociales lo que explica su alto nivel de igualdad. De hecho, al menos en Europa exista una relación positiva entre igualdad y bajas tasas de desempleo. Los países con menor desempleo tienden a ser más igualitarios, salvo quizás con la excepción del Reino Unido.

Esta conclusión es muy importante, ya que lejos de haber una contradicción entre las políticas orientadas a la creación de empleo y las políticas orientadas a la igualdad, ambas deben ir en la misma dirección. Si la política económica dirigida hacia la distribución puede tener efectos negativos en el empleo, esta estará llamada al fracaso.

Es por ello por lo que debemos analizar con mucho cuidado las consecuencias que sobre el mercado de trabajo tienen los cambios en materia de regulación laboral o impuestos. Una política bien intencionada, dirigida a mejorar la distribución de renta, pero que perjudique el crecimiento económico, puede resultar dañina para el objetivo principal que se persigue. De igual forma, las políticas sectoriales que inciden directamente sobre la productividad como la energética, la educativas o las inversiones públicas deben realizarse prestando especial atención a su impacto sobre la productividad del trabajo, ya que su incidencia sobre el desempleo también tenderá fuertes consecuencias sobre el reparto de renta.

Por todo ello, si de verdad estamos preocupados por la desigualdad, la pregunta que debemos hacernos antes de tomar una medida de política económica es: ¿Qué impacto va tener esto sobre el desempleo? De su respuesta va a depender el impacto que tenga sobre la desigualdad.

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