
La respuesta que el presidente de la Cámara de Barcelona, Joan Canadell, da a las miles de empresas catalanas que cambiaron sus domicilios fiscales y sociales, en las semanas previas y posteriores al 1-O, sólo puede sorprender.
Canadell asegura que no hará "absolutamente nada" para ayudar a su regreso. Ya es de por sí muy grave que Canadell se deje cegar por su sesgo ideológico y reste toda importancia al éxodo empresarial, negando su realidad misma (aunque decenas de notarios dan fe de ella). Lo realmente inaudito es que el representante de una organización empresarial de tanto peso ningunee la anómala situación en la que una gran parte de sus asociados todavía se encuentra. La escandalosa parcialidad de Canadell le impide estar a la altura de lo que un cargo como el suyo exige.