Opinión

¿Preparados para la revolución de la IA?

España sigue progresando, año tras año, en el reto de la transformación digital. En 2018, nuestro país fue la potencia de Europa, junto con Irlanda, que experimentó el mayor nivel de crecimiento con respecto a 2017, adelantando dos posiciones y situándose en el décimo puesto del Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI, por sus siglas en inglés), elaborado anualmente por la Comisión Europea. El ranking, de referencia en Europa en cuanto a los niveles de digitalización, deja patente el gran esfuerzo y trabajo que España está realizando, al sumar 5 puntos frente a la media de 3,2 puntos que han registrado el resto de los 27 países europeos analizados. Esto sin duda es un dato muy positivo que viene a reflejar que estamos en la senda correcta, pero que no nos debe llevar a la euforia pues partimos de posiciones medias en la tabla.

Estos datos sirven para ilustrar cómo la transformación digital ha llegado, definitivamente, para quedarse en nuestro país. No obstante, consideramos que es importante diferenciar entre Digitalizar (más ligado a la rentabilidad por eficiencia de costes) y ser Digital (ligado a la generación de nuevos productos y servicios o incluso modelos de negocio). Aunque son muchos los logros que España está alcanzando en términos de digitalización, resulta crucial que trabajemos en su consolidación y que, con ello, lleguen a producirse esos cambios digitales de forma estructural. Por lo tanto, es básico fomentar y potenciar las tecnologías que verdaderamente aceleran dicha transformación digital y que a su vez son el pilar fundamental en la generación de nuevos servicios, como la Inteligencia Artificial (AI), cloud computing, el Internet de las cosas (IoT), blockchain o la estandarización del uso 5G, entre otras.

De entre este gran abanico, la Inteligencia Artificial promete ser la clase de tecnología más disruptiva e innovadora durante los próximos 10 años, quizá la que más contribuya a la materialización de la Cuarta Revolución Industrial. Así pues, una de las grandes cuestiones que España necesita afrontar, para conseguir el éxito en la revolución de la IA, es potenciar las competencias digitales y analíticas desde edades tempranas por parte de los diferentes organismos públicos educativos. A su vez, el sector reclama una modernización de la Formación Profesional, potenciar la FP Dual e intensificar la formación continua en materias STEM (ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas).

Junto con la educación, las mejoras en la regulación es otra de las necesidades para facilitar el camino a las empresas. En este sentido, establecer un marco regulatorio flexible para las compañías innovadoras (sandbox regulation), mejorar el sistema de tributación, eliminar barreras burocráticas o agilizar y facilitar la entrada de capital extranjero en este tipo de organizaciones resulta determinante para asegurar un futuro digital estable que contribuya a la productividad y la competitividad de España, como ya lo están haciendo la principales potencias mundiales y países como Finlandia, Francia y Alemania, que ya han definido y propuesta sus estrategias nacionales en el seno de la Unión Europea.

Otro de los desafíos que se destapa ante el auge de la IA es cómo aplicarla de forma éticamente responsable. Para que se integre de manera ética en los procesos diarios de las empresas, sería recomendable nutrir los dispositivos con los mejores datos, huyendo de informaciones sesgadas, y asegurar que profesionales con amplia formación guíen a los algoritmos de forma adecuada aplicando controles de aprendizaje. A su vez, definir un código ético que aporte transparencia a los usuarios sobre el uso que se está haciendo de la IA en sistemas y aplicaciones, será un paso clave ante esta revolución. No hay que perder de vista que ésta es una herramienta diseñada por personas, que debe servir a las personas.

Implantar sofisticados sistemas de IA, con el correspondiente coste que conlleva, perderá sentido si no repercute en beneficio para el empleado y el consumidor, en definitiva, las personas. El reto no es conseguir automatizar los procesos, el reto realmente está en lograr revolucionar el uso la información para que se convierta en una palanca de progreso para las empresas y que se torne en un beneficio para toda la sociedad. Es por ello que, aunque exista falta de talento, aunque exista miedo a lo desconocido, o no se identifique adecuadamente por dónde empezar, más de la mitad de las empresas españolas ya están intentando, en mayor o menor medida, sacar partido de la IA.

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