
Las palabras de Oriol Junqueras alegando a que es el tiempo de la política y no el tiempo de la Justicia en su alegato final al juicio contra los golpistas son más que una soflama mitinera un llamamiento o una propuesta a Pedro Sánchez y al Gobierno, como continuidad a ese "tenemos que hablar" con que político preso se dirigió al Presidente en la sesión constitutiva del Congreso.
Así lo interpretan algunos destacados barones del PSOE quienes sospechaban ayer que el vergonzoso respaldo de la Abogacía del Estado -en contra de la Fiscalía- a que Junqueras puede recoger su acta de eurodiputado, es decir a su inmunidad, es sólo "el primer paso para que Esquerra Republicana respalde la investidura de Sánchez, por activa o por pasiva".
Una claudicación que en determinados sectores de la judicatura se considera como una muestra flagrante de la politización de la Justicia y su utilización torticera por parte del poder Ejecutivo y cuyos pasos posteriores serían la vuelta de los presos a las cárceles de Cataluña para recibir un trato preferencial similar al que se ha otorgado al otro Oriol, el hijo del expresidente Pujol, y posteriormente el indulto, sea cual sea la condena.
Cierto es que los citados barones admiten que esa no es la opción primera de Pedro Sánchez que sigue manteniendo su idea inicial de no depender de los independentistas ni con Bildu, pero "si no le queda más remedio no dudes de que lo va a hacer", aseguraba una de las todavía voces de referencia en el partido socialista y ex colaborador del hoy presidente del Gobierno.
De ahí que tanto en Moncloa como en Ferraz no duden de que las negociaciones para la investidura serán largas. Algunos incluso las dilatan hasta después de agosto. Se trata de conseguir tiempo para intentar convencer a Albert Rivera de cambiar su "no es no" a Sánchez por una "abstención responsable" y por sentido del Estado. A Casado y al PP se les da inevitablemente por perdidos y todos esperan que una vez configurado el mapa autonómico y municipal se podrá allanar el camino de la investidura.
Ferraz alargará las negociaciones para convencer a Rivera y evitar un Gobierno Frankenstein
De ahí también la ambigüedad de los negociadores socialistas, incluido el siempre nítido Ábalos, aludiendo a ese término tan novedoso como inexplicado de "gobierno de cooperación" con Iglesias y Podemos. Una palabra esta de cooperación que la Real Academia define como el "procedimiento para la adopción de decisiones que requiere un acuerdo de voluntades entre dos o más partes, bien para producir un acto o plan conjunto, bien para asegurar la participación de unas entidades en los procedimientos que deben ser resueltos o decididos por otros". Significado este que aplicado en su literalidad en nada implica la participación de todas las partes en los órganos de ejecución en los asuntos o procedimientos.
Más bien al contrario puesto que indica que dichos asuntos deben ser "resueltos o decididos por otros". Todo lo contrario de la coalición que la RAE define como la "unión transitoria de personas, grupos políticos o países con un interés". Claro que si algo saben hacer los políticos con desvergüenza es pervertir el lenguaje y prostituir significados. Veremos.