
En cuestión de semanas, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, pasó de hacer cábalas sobre los ministerios que ocuparía en el próximo Gobierno de Pedro Sánchez a conformarse, como ayer hizo, con apoyar un difuso "Ejecutivo de cooperación".
Lo más probable es que en ese Gabinete el partido morado tenga una presencia testimonial, pero Iglesias no puede exigir nada más. Tras dos debacles electorales seguidas, unos terceros comicios dejarían sentenciado su liderazgo e incluso a su partido. La posible influencia de Podemos se desinfla y ese fenómeno solo puede ser una buena noticia para la economía. No en vano las presiones para acometer una subida generalizada de impuestos, que sería funesta para el PIB y el empleo, pierden terreno.